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Aldo Ciccione-Chacal, un hacedor de cuerpos tan reales como imaginarios

Hoy tengo el placer de presentarles e introducirlos en la obra de nuestro entrañable artista plástico rosarino, Aldo Ciccione-Chacal.

Antes que nada, quisiera contarles que Aldo es un prolífico y original hacedor de cuerpos, sí, cuerpos tan reales como imaginarios, que viene trabajando, podría decir desde siempre, en el arte del dibujo y la pintura con sus cuerpos tan vivientes que logran desnudarse, bailar, sufrir y hasta estallar en sus magníficos dibujos, alcanzando tal intensidad que duelen, que provocan y que interpelan sin amagues a todo sensible observador.

Pero vamos por parte, la obra de Aldo es muy vasta, por lo tanto, creo que lo mejor será presentarla en dos entregas comenzando por el texto «Mi obra, por mí» y su “Curriculum abstract” donde el artista nos habla sobre su obra, su inefable búsqueda del conocimiento y los caminos transitados de su oficio.

Luego presentamos algunas de sus pinturas con imágenes de dos exposiciones, una del año 2000:  “El cuerpo físico” / El horror desde la belleza y  la siguiente: «El Cuerpo Orgánico» / Existencia, Materia Prima y Manipulación Genética, exhibida en el 2010.

Y para finalizar compartimos artículos de calificadas voces que nos hablan de la obra del Chacal, la de su curador Rubén Echagüe y la de Beatriz Vignoli, periodista y crítica de arte.

Comenzaremos entonces con la voz del artista.

«Mi obra, por mí» 

Los últimos 40 años de mi vida investigue el cuerpo humano, como resultado, asumí que el cerebro es la última frontera para comprender su anatomía y lograr construirla en perfecta armonía con su genuino gesto expresivo sobre el plano soporte.
El discurso de mi obra hace anclaje en la obsesión por el cuerpo y el misterio de la existencia.

Manifiesto desconocer con precisión la intención original de mi origen, mi eventual identidad, el razonamiento de mi existencia y la comprensión de la materia.

Asumo que el cuerpo es una organización física concreta, un estado material, un organismo que se constituye por órganos que a su vez está conformado por tejidos fundados por células compuestas por moléculas. Huesos, músculos, carne y sangre.

Y consciencia.

Soy más que un cuerpo al que cuido con descuidos, mismo al que alimento y nutro.
Imagino universalidad genética con opacas secuelas de solidez existencial, factoría de materia orgánica en proceso, manipulación genética amasada con usos y abusos a gusto de los creadores de esta energía a la que llamamos alma por no saber.

No saber.

Dando carácter a mi existencia, construyo mi respuesta exigua; que asfixia y duele, a través del mensaje objetual. Mensaje que tiene la forma genuina en cada dibujo, en cada obra, aunque pertenece a un concepto de arte mayor. Infinito.

Curriculum abstract / Aldo Ciccione-Chacal 

Me he constituido como artista plástico basándome en la búsqueda del conocimiento a través de una formación empírica. No opté por un desarrollo académico sino por un trabajo intenso según mis necesidades. Desde un principio adherí al arte desde el automatismo. A posteriori estudié técnicas necesarias para desarrollar mi necesidad de expresión en el diseño, el dibujo y la pintura.

En 1975 sucedió mi primera muestra y hasta el día de hoy, no he dejado de producir material de arte el que he mostrado en la mayoría de los lugares ad hoc.

Mi obsesión para decir y sentir se encauza a través del trabajo sobre la figura humana.

EL CUERPO

Soy un artista ilimitado. Considero que mi tiempo de artista comenzó a los cinco años, llevo sesenta y cinco de trabajo constante.

Respecto a mi producción como adulto, debo decir que en todo momento me sentí estimulado por múltiples premios municipales, provinciales y nacionales.

Línea de Tiempo: 

Después de sesenta y cinco años de trabajo constante considero importante citar estos 5 hitos que determinan mi crecimiento:

  • 1980: La Dictadura Siniestra / Los abusos sobre cuerpo y espíritu.
  • 1990: La Cacería Humana / El Ser Predador.
  • 2000: El Cuerpo Físico / El horror desde la belleza.
  • 2010: El Cuerpo Orgánico / Existencia, Materia Prima y Manipulación Genética.
  • 2020: Búsquedas Feroces / Producción en confinamiento.

En todo este recorrido de producción el cuerpo es mi principal vía de expresión y en este último tramo de mi línea de tiempo, todavía lo es.

***

La Obertura Egmont

Por Rubén Echagüe -Curador- 

Desde que por primera vez tomé contacto con las obras que Chacal se proponía exhibir en esta muestra, me ronda una idea que en lugar de remitir al mundo de la plástica lo hace al de la música, pero que pese a todo me resisto a sacrificar. 

Cada vez que escucho la obertura “Egmont”, que Beethoven compuso hacia 1810 usando como pre-texto un  texto de Goethe, espero con ansiedad que lleguen los acordes finales para deleitarme escuchando las notas que el “piccolo” -el flautín, o sea el más agudo de los instrumentos de viento-, hace planear sobre la grandiosidad de toda la masa orquestal. 

Que mi entusiasmo es infantil, no lo dudo. Pero el expediente beethoveniano de hacer revolotear esos trinos -como pájaros- sobre la batalla que libra el resto de la orquesta, ¿es un recurso “efectista”? ¿Es efectista el respingo afeminado que sacude al “Muchacho mordido por un lagarto” de Caravaggio? O para decirlo más genéricamente: ¿puede un artista que se precie ser “efectista”? 

Porque la obra de Chacal está plagada de “efectos” irresistiblemente seductores: desde unos zapatos de tacón rojo rubí al rosa casi imperceptible que colorea unos opulentos glúteos femeninos, y desde la pesadilla de una cabellera roja que flota en el vacío -y que me hace recordar alguna película de terror japonesa-, hasta el rigor caligráfico de una línea ciñendo un torso de mujer, esterilizado como un Seurat.  

La respuesta que -según creo-, puedo ir elaborando, es que si en Egmont los centelleos del piccolo tienen derecho a brillar sobre la ignominia de un castigo injusto, en la producción de Chacal los despampanantes zapatos rojos son la única nota de color en el desnudo de un travesti que es enteramente acromático -como si lo esencial viniera de lo accesorio-, los glúteos ruborizados se avergüenzan de la inanidad de un cuerpo blanco trazado sobre un fondo -también- blanco, la cabellera roja se cierra sobre sí misma y sólo ve el mundo a través de una ranura estrecha como una vulva, y el artista ha tenido que auscultar muchos cuerpos tangibles -y deformes y estragados y repulsivos-, hasta poder “delinear” ese torso de mujer (esterilizado como un Seurat) y translúcido como un vaso de jade, que ya no es sino descarnado “teorema del cuerpo”. 

El interés de Chacal por indagar los arcanos de la corporeidad humana es más que evidente, y esa curiosidad por leer el mensaje cifrado de un vientre que se pliega, de una rodilla que se flexiona o de un pie que inicia la marcha, ha cristalizado en algunas escenas pobladas de personajes sobre las que, de no mediar el ingrediente de una fosforescencia cromática hábilmente dosificada, uno podría fraguar el argumento de  vagas tragedias renacentistas. 

Pero este camino -inverso y anacrónico, o sea valiente y desprejuiciado- hacia cierta forma de “serenidad clásica”, ha sido arduo. 

(Antes existió la prehistoria de los homenajes a Francis Bacon, con sus criaturas atrofiadas, larvales, miserablemente amortajadas en su capullo -seres de imposible definición, como sólo los podría haber soñado Samuel Beckett-, y aun una era legendaria en la que a los apolíneos muchachos les crecían alas como a Ícaro -pegadas con cera, naturalmente-, o colas bestiales de Minotauro). 

Vicisitudes y metamorfosis del cuerpo real y fantaseado, que en una de sus obras más recientes Aldo Ciccione-Chacal resume en una colosal cabeza masculina representada de perfil, y acribillada en la parte superior por infinidad de perforaciones “reales” que atraviesan de lado a lado el soporte. ¿Un golpe de efecto más? Puede que sí, pero si las perforaciones son balazos, silban con la misma fascinante agudeza con que suena el piccolo de Egmont.  

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Los trazos del Cuerpo Humano

Por Beatriz Vignoli -crítica de arte- Publicado en Página 12

Los desnudos que dibuja Ciccione-Chacal poseen la precisión de la obra neoclásica y la expresividad del gesto romántico, con una síntesis posmodernista y belleza actual.  

El contraste no podía ser más dramático. Adentro, en la sala Schiavoni y entre muchas otras obras, un dibujo en grafito sobre papel muestra una composición de siete desnudos de ambos sexos. Son jóvenes hacinados en el piso de un sótano, entregados a diversas actitudes de desesperación, apoyándose unos en otros e iluminados apenas (aparte de la luz teatral ficticia que da volumen a los cuerpos) por un puñado de rayos que entran por un tragaluz. Afuera, bañados por el sol generoso del mediodía de un lunes de fin de invierno, otros jóvenes se asolean en las escalinatas del antiguo centro de prensa del Mundial 78. No figura en el catálogo la pieza que más impacta de la antológica de pinturas y dibujos de Aldo Ciccione-Chacal. 

Su curador, Rubén Echagüe, tituló la muestra Retrospectiva Breve: 1993 / 2011 y cuenta que está centrada en la figura humana. 

La imagen trae el recuerdo de otra. El 5 de julio de 1816, la fragata de la marina francesa Méduse encalló frente a la costa de Mauritania y unas 147 personas quedaron a la deriva en una balsa. Tardaron 15 días en ser rescatadas. Sobrevivieron 13. Entre 1818 y 1819, Théodore Géricault se inspiró en este hecho para pintar un cuadro que constituye una bisagra entre el Neoclasicismo y el Romanticismo. Nadie que haya visto La balsa de la Medusa puede olvidarla. Mucho menos quien pretenda denunciar, como Géricault ante la despótica monarquía restaurada de su época, los efectos sobre los cuerpos humanos de un totalitarismo deshumanizante. Los que dibuja Chacal poseen la precisión de la obra neoclásica y la expresividad del gesto romántico, combinación que ya alentaba en su precursor; sólo que en Chacal adquieren una síntesis posmodernista y una belleza actual. 

En su texto de catálogo, el curador compara el interés de Chacal por los detalles de la figura humana con el efecto musical del flautín al final de una obertura. En efecto, al recorrer la muestra, llaman la atención los agujeros reales en una obra de gran formato en el hall de entrada, o unos tacones rojos que feminizan un desnudo masculino en tensión. Propicia esta exquisitez el dominio técnico del dibujo que posee el artista. 

En 1980, Aldo Ciccione-Chacal se radicó en Río de Janeiro, Brasil, donde hizo carrera como artista publicitario, ilustrador, diseñador gráfico, dibujante animador y escenógrafo. En 1983 regresó al país donde en 1990 comenzó el proyecto «Olor a Cuerpo» sobre los padecimientos de la sociedad argentina en los años de la pos dictadura. Actualmente en su taller da Cursos: “El Dibujo y la Figura Humana” y “Construcción de la Obra de Arte”. Dirigió además; durante 12 años, el Taller Terapéutico de Artes Plásticas del Instituto de Psicología y Psicopatología  Philippe Pinel de Rosario.