Hacer algo manual es absolutamente gratificante, le hace bien al alma saber que construiste algo.
Araceli Pourcel
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–¿Cuál fue tu primer approach con el arte?
–Desde que era muy chico adoraba dibujar y fue un modo de expresión para decir todo lo bueno y todo lo malo que le estaba pasando al Juan niño , al Juan adolescente y al adulto y, ahora , al Juna maduro. Siempre el arte , si lo miro retrospectivamente, fue una forma de salvación.
–¿Era difícil hacer algo tan diferente como las hormas?
–Fue un gran desafío, implicó encontrarme con el lienzo en blanco. Me llevó a estar frente a la horma de madera en bruto a la que había que limpiar –porque estaba en un estado de deterioro importante- y comenzar a jugar; todo lo que yo hago es lúdico. Es el momento en el que me siento niño , desaparece la realidad y me voy a un mundo en el que, realmente, me gusta estar que es la desconexión de la vida cotidiana y el sumergirme en la creatividad, que es lo que te lleva a conectarte a buenos lugares.
–Contame cómo era ese trabajo ya que vos “vestías” las hormas y hasta les dabas un nombre
–Yo estaba trabajando como administrativo en una empresa y necesitaba expresarme a través del arte. Me acuerdo que había hormas pintadas y comencé a darles color y , a partir de allí, me dije: “Tengo que hacer algo más, porque la horma pintada ya existe”.
Comencé a jugar con pedazos de géneros que tenía, se sumaron las piedras, la bijouterie antigua, el galón, la borla , el madroño. En base a esos materiales iba construyendo lo que era esa pieza única. Iba mucho a los pulgueros y era encontrar cosas y jugar con lo que tenía.
Fueron un gran éxito en mi vida; vasta con ver la cantidad de publicaciones que hubo. Exploré mucho el mundo femenino también.
–¿Qué fue de los muñecos “Los Bellos” ¿Cómo se te ocurrió ese laburo y por qué termino?
–Al haberme metido en el mundo femenino me encontré con los muñecos “monstruos” -como yo los llamaba- y fue explorar mi lado masculino porque trabajé con una amoladora , con herramientas y con peligro- cortaba hierros y maderas-. Mis monstruos se construían a partir de que yo iba a una chatarra y buscaba todo tipo de repuestos antiguos de autos, de cocina, de calefones. Lo más original es que no era un personaje que vos dijeras “es hombre, es mujer, eran monstruos”. Hoy sería no binario, para que se entienda mejor.
–¿Te tomaste tu tiempo para volver a crear, cierto?
–Todo proceso creativo lleva tiempo. No es como mi antiguo trabajo administrativo donde hacía mi cadena de tareas y cerraba la oficina y me iba. La creatividad va y viene. Las musas no siempre están de tu lado.
Me tomo el impase que necesito porque quiero sentirme cómodo, quiero estar seguro y ofrecer algo que – a mi criterio- puede ser distinto; darle mi toque personal. –¿Fue en ese tiempo que decidiste irte a vivir a New York?
–Lo de NYC fue totalmente fortuito. Yo estaba viajando como turista, conocí a a una persona y eso devino en mudarme a New York. Es una ciudad fascinante y a la vez es durísima para vivir , te diría que de lo mas duro que he transitado en mi vida. Es muy grande, la gente viene aquí a hacer dinero . Una cosa es el día a día y otra es venir como visitante. Acorde a mi experiencia no es un lugar que recomendaría para vivir excepto que tengas una desafío, un objetivo a realizar. Por otro lado, te ofrece un montón de oportunidades y ni hablar con lo que tiene que ver n el arte que , a su vez, es difícil porque hay una súper población de artistas. Sobresalir es sumamente difícil , hay mucho talento de todo el mundo. Es una ciudad muy competitiva y hay que saber moverse.
–¿Te abrió puertas?
–USA es un lugar muy fragmentado. Tal ciudad es más formal, un estado es más progre que otro. NYC depende de la gente que viene de todos esos estados y va a las ferias en las que participo. No me puedo quejar, me va muy bien.–¿Se extraña Argentina o es solamente algo tanguero?
–Sí, se extraña. ¡Sus problemas, sus locuras! Acá en NYC también existe la burocracia – no tanto como en Argentina- . Los Norteamericanos tienen el Empire State y el Soho ; en Argentina existen cosas muy pero muy buenas. ¡Amo mi país! Es un lugar en el mundo en el que se puede estar y con mucho placer.
–¿Cómo te llevás con vos mismo?
–Llevarse con uno a los 52 años es todo un tema. Hace 52 años que convivo con Juan artista, con mi familia, soy extranjero en un país que tiene otra cultura y otro idioma. Me llevo bien conmigo mismo; con objetivos mediante, uno hace que eso días que no empiezan tan buenos, al finalizar la jornada uno dice “lo hice, lo logré”.
–Comenzaste a diseñar collares: ¿De qué material son? ¿Es tu primera vez con accesorios?
–Quiero hacer hincapié en que no hay nada nuevo; todo se recobra, vuelve. Es repetitivo. A eso hay que darle el toque personal Yo regalé un par de collares que hacía una persona y eso fue dándome la idea de recrearlos con mi impronta. A partir de allí, hice un curso con la grande Araceli Pourcel- por zoom- en pleno lockdown y luego tome uno en persona. Es una de las artistas más generosas que he conocido, super amigable, ultra casera- de explicarte las cosas como son. Ella te da las herramientas y vos tenés que hacer algo con eso. Y allí comencé a trabajar con todo lo que es la goma. Es un elemento que me encantó, me divirtió sublimarla. Ahora la estoy haciendo en crudo. Repito “No hay nada nuevo bajo el sol, solamente darle el giro personal”.–¿Se venden sólo en USA?
–Por ahora se venden en USA – donde vivo-; en un futro puede ser Argentina y Uruguay también.
–¿Cómo los recibe la gente?
–Por suerte se venden mucho. A la gente les encantan. Sobretodo a pedido; te ven en la muestra y luego te contactan. En las ferias también pero cuando los ven puestos en modelos en mi web, los compran . Creo que les es más fácil verlos en otros.
–¿Tenés sentido del humor? ¿Qué te pone del malhumor o enoja?
–Soy muy áspero; tengo humor negro. El humor básico es para gente vacía- no quiero que suene elitista- pero no me río por una comedia barata. Me divierten las cosas que pasan en la vida cotidiana que tienen que ver con el humor negro. Me da risa la política -a la vez tristeza- y hablo de la política global no la particular de cada país. Me encanta el humor y reírme de mi mismo: soy un gran crítico de mi persona. Me río si estoy más gordo o más flaco o más/menos pelado.–¿Qué es ser feliz?
–A mi edad es una pisca de momentos que la vida te da. Son más los momentos de letargo que los de profunda tristeza o felicidad. La felicidad está en jugar con un perro, en tener un amor y ser correspondido, en hacer lo que te gusta. Me pregunto: “ ¿Eso siempre se da?” Es un interrogante que me lo voy a llevar a la tumba. Un enigma que no voy a poder dilucidar.–¿Tenés muchos amigos, cierto?
–Los amigos son a veces aquellos desconocidos – me pide que cite a una canción de La Portuaria que dice exactamente eso. (https://rock.com.ar/artistas/424/letras/3707)
Los amigos es un cuento raro. El amigo es el momento que compartís en la vida; no hay un rótulo de el amigo eterno, el amor eterno , nada es para siempre en esta vida. Todo es cíclico. Sí puedo decir-como decían nuestros padres- que “me sobran los dedos de la mano” para contar a mis amigos; eso hoy es un tesoro. Se viven tiempos violentos, es una época de mucha soledad. También sumo a la internet: por un lado vino a facilitar este reportaje – por ejemplo- o poder vender los collares a través de las redes y, por otro lado, llegó para deteriorar las relaciones humanas.
Ahora, cuando vos te sentís “en casa” con un amigo, es lo más grande que hay. Y voy a seguir apostando por eso.
Me pregunto si Juan me considerará su amiga.. lo admiro como creador, artista, persona. Jugamos con los nombres, me dice Mary Head y yo le digo Juan bla bla.
Imagino una margarita, juego- como Juan-: me quiere, no me quiere.
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María Cabeza