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Mónica Wallis, una artista enamorada de la forma y el color que trasciende fronteras

Mónica Wallis nació en Estados Unidos en 1964. En 1972 su familia se muda a Rosario y desde ese día ha sido su hogar. Desde muy temprana edad ha mostrado su pasión por el arte. Su padre, arquitecto y artista de vanguardia, fue una poderosa influencia creativa en su vida. Otros maestros que guiaron su formación académica son Perla Prats, Beatriz Vettori y en años mas recientes Leonor Lijov, Alicia Vicari, Paula Grazzini, Miguel Depetris y Sebastián Pinciroli.Mónica siguiendo su vocación artística egresó de la Universidad Nacional de Rosario como Arquitecta, ejerciendo su profesión tanto en la Argentina como en los Estados Unidos. Su amor por la forma y el color la llevaron finalmente delante del lienzo, descubriendo en ella su verdadera pasión: la pintura.

Actualmente se dedica exclusivamente al arte y dirige en Rosario desde el 2009 un “Taller Experimental de Pintura”. Ha sido parte de numerosas muestras colectivas e individuales. Sus obras se venden también en una importante galería de arte de Portland, USA.En 2013 presentó en Rosario por primera vez dos series de esculturas de hierro reciclado, “Planos” y “El Astillero”. En concordancia con su pensamiento ecológico, elije como medio de expresión materiales de descarte, embellecidos por el tiempo y la naturaleza, obteniendo así piezas únicas. Sus esculturas han tenido excelente crítica por parte del público y colegas.

“Navegando”. Hoy, anclado en Puerto Norte, Rosario. Hierro reciclado 107 x 30 x 291 cm. Serie El Astillero. Muestra SanCor

Incursiona constantemente en nuevas técnicas y materiales buscando nuevas maneras de expresarse.

«Pintar es una de las cosas más increíbles que me ha ocurrido en la vida. Cuando pinto somos sólo mis óleos, mi música y yo. Es un fluir de alma, energía y vida. Los colores bailan sobre el lienzo y ambos somos, interactuamos, nos transportamos a algún lugar hermoso, lleno de luz y color. Y la sensación es imposible de describir con palabras, al menos para mí. A veces observo mis manos moverse y es como si no fuera yo quien las guiara, la pintura y el lienzo hacen lo que quieren… y mis manos se lo permiten y mi corazón reboza de alegría. Todo está bien. La vida es sorprendente».   Mónica Wallis