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Carla Kacic: constelaciones, sanación y memoria ancestral

–¿Qué te inspiró a dedicarte a las constelaciones familiares y a la terapia ancestral?

–Mi camino comenzó por una búsqueda personal muy profunda, marcada por el dolor y las heridas. A los 11 años asesinaron a mi padre, y ese trauma me llevó a explorar distintas terapias complementarias, buscando algo que me ayudara a sentirme mejor más allá de lo que ofrecían la terapia convencional o la medicina alopática.

Con el tiempo, descubrí que herramientas como las constelaciones familiares y los registros akáshicos me permitían sanar con una profundidad que no había experimentado antes. Incluso logré revertir síntomas físicos que la ciencia consideraba incurables. Fue entonces cuando sentí el impulso de formarme y compartir todo ese conocimiento con otros.–¿Cómo describirías el impacto que tienen las constelaciones en quienes participan de tus talleres?

–Es muy profundo. Quienes asisten con el corazón abierto rara vez salen iguales a como entraron. Algo se mueve, se transforma. Siempre digo que si estamos en determinado taller, con cierto grupo y ese facilitador, es porque hay algo ahí que nuestra alma necesita en ese momento.

He acompañado procesos realmente transformadores. Personas que han cambiado sus vidas, relaciones y estados físicos a partir del trabajo con estas herramientas. A veces, hay un verdadero “antes y después”.

–¿Qué lugar ocupan los registros akáshicos, las constelaciones y la decodificación biológica en tu práctica?

–Las constelaciones familiares son el eje central de mi trabajo. Los registros akáshicos aportan una mirada metafísica, muchas veces vinculada a vidas pasadas. Y la decodificación biológica es una herramienta clave cuando hay temas de salud.

El cerebro, que en un momento permitió una enfermedad, también tiene la capacidad de revertirla. Desde la neurociencia y la epigenética conductual se empieza a demostrar cómo nuestras emociones, mal gestionadas, pueden impactar en el cuerpo. La toma de conciencia y el reordenamiento emocional pueden abrir la puerta no sólo a una sanación profunda, sino incluso a la curación física.

Yo misma soy testimonio de eso.–¿Podrías compartir alguna experiencia que te haya conmovido especialmente?

–Hay muchísimas. Recuerdo una abuela que vino a trabajar por su nieto con leucemia. A los dos meses, nos compartió los resultados médicos: el niño estaba completamente dado de alta. También el caso de un niño de 12 años con grandes dificultades en matemática. Descubrimos, a través de la constelación, que había un hermano no nacido que no estaba siendo reconocido. Al incluirlo en el sistema familiar, al poco tiempo el niño aprobó su primera prueba con un 8.

He visto vínculos transformarse, bloqueos económicos destrabarse, síntomas desaparecer. Muchas veces no entendemos por qué nos pasa lo que nos pasa, hasta que miramos más allá de nuestra historia personal.

–¿Cómo combinás las herramientas en tus sesiones?

–Escucho el pedido del consultante y, a partir de eso, evalúo cuál es la herramienta más adecuada. No tengo una fórmula fija: integro lo que he estudiado y experimentado, y lo pongo al servicio de cada proceso. Con el tiempo, una va desarrollando su propio modo de combinar estas herramientas en función de cada persona.–¿Qué beneficios pueden esperar quienes asisten a tus talleres o sesiones?

–Generalmente se experimenta una sensación de alivio o paz. Se reordenan cosas que ni siquiera sabíamos que estaban ahí. No se trata de ir con expectativas fijas, sino con un corazón abierto a lo que el alma tenga para mostrarnos. Lo esencial es vivir la experiencia en el cuerpo y comprobar por uno mismo lo que puede traer este tipo de trabajo.

–¿Qué consejo le darías a alguien que quiere comenzar este camino?

–Que se escuche. Que no siga fórmulas, sino que conecte con su sentir. Si el corazón lo llama, que se anime. Ese es el paso más importante.

–¿Cómo fue tu recorrido trabajando con distintas técnicas?

–Ha sido transformador. Sané muchas cosas y construí una vida personal y profesional alineada con mi propósito. Pero me gustaría que dejáramos de hablar de “terapias alternativas” y las llamemos “complementarias”. No se trata de elegir entre una u otra, sino de integrarlas. Creo profundamente en un enfoque que sume, que forme equipo con la medicina alopática y las terapias tradicionales.

–¿Qué mensaje final te gustaría compartir?

–Simplemente, que sigan su corazón. Si sienten que es el momento, que se animen a probar. La sanación empieza por ese primer acto de valentía.