Analí Chanquia y Vanesa Galdeano son rosarinas. Desde hace más de una década se especializan en obras de arte urbano, con la idea de ampliar la oferta artística y hacerla accesible a todo el mundo: democratizar el acceso a la cultura. En ese marco, hace seis años ambas crearon el proyecto Medianeras, que las ha llevado a recorrer el mundo. “Un deseo compartido de trasladarnos y de crear nuestra obra en diferentes lugares y para diversas comunidades”, lo define Analí, quien describe en esta nota las experiencias que les ha deparado la iniciativa y el impacto que tiene en diferentes públicos.—¿Hace cuánto se dedican a pintar murales?
—Tanto Vane como yo ya nos dedicábamos a realizar diversas obras de arte urbano antes de fundar Medianeras. Vanesa es arquitecta y dirigió un taller de mosaico en la ciudad de Rosario desde el año 2009, un taller con el que realizaban intervenciones colectivas por la ciudad. Pueden encontrarse más de 15 intervenciones; algunas son murales, otros son revestimientos de mobiliario urbano, como pretiles, escaleras o bancos. En mi caso, yo pinté mi primer mural a la edad de 18 años, pero comencé a dedicarme más puntualmente a la pintura urbana cerca del año 2011, cuando hice la tesina de Bellas Artes. La tesina fue un proyecto teórico práctico llamado Artista Busca Pared, que consiste en realizar murales en paredes que me ofrecían los vecinos al encontrar este esténcil que dejaba a manera de firma en cada obra. En el año 2015 Vanesa y yo creamos juntas Medianeras, un proyecto colectivo que llevamos adelante de pintura mural en diferentes ciudades del mundo. En general los murales se han ampliado mucho de formato desde que comenzamos. A la fecha hemos recorrido más de 15 países y 30 ciudades creando nuestras obras. Algunas de ellas tienen tamaños de hasta 600 m2.
—¿Por qué murales?
—El objetivo que siempre compartimos fue la necesidad de hacer arte en la calle, ya sea en formato mural, intervención urbana, mosaico, porque creemos que allí radica el lugar indicado para nuestra obra. Nosotras consideramos que el arte público es la manera más honesta donde crear nuestras obras y que cualquier persona tenga acceso a ellas. No nos interesa hacer arte para una élite que lo comprenda o lo aprecie o que maneje ciertos códigos. Es arte para todxs. Medianeras nace como un deseo compartido de trasladarnos y de crear nuestra obra en diferentes lugares y para diversas comunidades.
BÉLGICA 2020—Al ver sus obras en murales, parece que nos encontramos en una galería de arte a cielo abierto. ¿Cuál creen que es la importancia del arte en el espacio público?
—Nosotras creemos que el arte urbano escapa de algún modo a ciertos lineamientos que se naturalizan dentro de las instituciones y los espacios de arte. Los espacios de exhibición, los artistas y quienes se encuentran implicados en el sistema del arte determinamos aquello que observamos como obra al elegir qué es aquello que se sitúa dentro de estos espacios. Creemos que el arte al salir a la calle y ser totalmente público es accesible a cualquier persona; esto lo hace único y genuino. Si es arte o no es una decisión que en última instancia decide cada espectador. Si bien el arte urbano a la hora de llevarlo a cabo tiene ciertos códigos que quienes lo hacen muchas veces conocen, no deja de ser ocasionalmente efímero y público. Esto también lo hace más abierto: un artista no necesita contar con trayectoria, ni de ser elegido por un jurado para tener acceso a mostrar su obra en las calles. Particularmente nos referimos a alguien que por cuenta propia decida crear su obra de esta manera, sin necesidad de depender de ninguna institución. De algún modo la importancia del arte urbano radica en ampliar la oferta artística y hacerla accesible a todo el mundo, democratizar el acceso a la cultura.
—¿Qué impacto genera el arte urbano en la ciudad y en sus habitantes?
—Lo más habitual es ver que la comunidad se alegra cuando encuentra que alguna manifestación artística se inscribe en la ciudad o en el pueblo donde habita. Por nuestra experiencia, vemos cómo los vecinos se acercan curiosos al ver algo creativo y se comprometen con las propuestas, ofrecen su ayuda. Es muy satisfactorio para los artistas ver que la comunidad tiene una respuesta positiva en lo que respecta al arte que unx tiene para brindar. De cualquier manera la reacción siempre depende también de la comunidad y cómo ésta se comporta o reacciona; a veces son más tímidos otras veces más curiosos, y por lo general muy amables. En ocasiones incluso nos traen regalos al mural, nos enseñan sus casas, comparten sus anécdotas. Con respecto a las intervenciones colectivas, vemos en ellas que tienen para ofrecer una apropiación del espacio público por parte de los involucrados. Muchos es allí mismo que comprenden que el espacio público no pertenece exclusivamente a un municipio, sino a todos sus habitantes y a la comunidad.
—¿Cuál es para ustedes la diferencia entre exponer en una galería privada o en un espacio público?
—Bueno, son dos actividades muy diferentes, no hay una mejor que otra, sólo son diversas experiencias que alguien puede transitar. No quita que quien se dedica al arte público no pueda circular espacios privados. Cuando pensamos estos dos lugares también evaluamos que cambian los públicos. Para que alguien circule por un espacio de exhibición puede ser que haya un interés previo de esa persona para con el arte, en cambio en la calle alguien puede verse interpelado o sorprendido por alguna intervención artística sin necesidad de tener inquietudes previas. Estas son evaluaciones que hacemos en lo general, porque por supuesto que las personas transitan diferentes espacios y a la vez se van cruzando. Pero que una obra de arte no haya sido pensada en relación con un lenguaje o código comprendido de las instituciones o galerías ya es interesante de por sí. Creo que la diferencia más importante radica en cómo se gesta o se crea la obra. En nuestro caso particular las piezas que creamos en el espacio público están pensadas en relación con su entorno, los alrededores y las características del lugar.
—¿Cómo logran en un espacio abierto despertar la «musa inspiradora»?
—Al proyectar una obra tenemos en cuenta varios factores; por un lado pensamos el lugar donde estará, si es una ciudad, un pueblo, la historia del sitio. Por otro lado también nos interesa el recorrido que va a hacerse de la misma, desde donde se observará, los alrededores, las características de la superficie, la proporción de la pared, si posee ventanas, árboles adelante, etcétera. A partir de todos estos datos recopilados proyectamos el mural de manera digital, que muchas veces se basa en la idea de concebir las diferentes perspectivas acerca de alguna temática. Finalmente, cuando ya es la hora de pintarlo, puede haber ciertos cambios pero generalmente la idea principal ya está cerrada.
—¿Cuál es el objetivo de sus obras?
—El objetivo principal es siempre transitar la experiencia de realizar una obra pública; mientras te involucras con una comunidad tienes la posibilidad de brindar algo artístico y esto siempre es un intercambio muy satisfactorio. En las representaciones que hacemos procuramos que quienes observen se pregunten acerca de cómo es que observan la obra y de los diferentes puntos de vista que a su vez distorsionan aquello que se observa.
—¿Los temas de cada mural son de su inspiración?
—La temática principal de nuestras obras es la de representar los géneros en su amplia diversidad. Si bien las obras van cambiando según donde están emplazadas y como se observan es una constante la de representar rostros donde los géneros no se distingan necesariamente. También tenemos en cuenta las distintas interpretaciones según los puntos de vista.
—¿Pueden las ciudades elegir en forma participativa?
—Claro que sí; en muchas ocasiones hemos participado de festivales o proyectos de arte urbano organizados por la misma comunidad de un lugar. Cuando esto ocurre es muy lindo porque toda la ciudadanía está implicada en la actividad artística y es una fiesta colectiva.
—¿Cómo logran en altura no perder la armonía del trabajo?
—Principalmente porque cuando llegamos a la instancia de pintar el mural ya hemos realizado la instancia creativa y de proyección de la idea sobre el lugar a intervenir. Para entonces ya hemos tomado todas las decisiones fundamentales que tienen que ver con la imagen que realizaremos y es más una instancia divertida, de disfrutar el lugar y el hecho de pintar el muro. Hay varios y diferentes métodos que se pueden aplicar para no perder la noción de la escala, tirar líneas, cuadrículas, garabatos previos que te ayuden a bucarte cuando estás cerca de la pared. Lo más importante es tener cierta práctica que te permitirá ubicarte en la escala, no perder la noción de los tamaños que estás trabajando.
—¿Han viajado mucho? ¿Qué países han visitado con sus murales?
—Hemos trabajado en diferentes ciudades como Vancouver (Canadá), Río de Janeiro, Fortaleza, Florianópolis (Brasil); Bacalar, Holbox (México); Londres (Reino Unido); Wiesbaden, Chemnitz (Alemania); Covilhã, Lisboa, Loures, Cascais (Portugal); Salamanca, Madrid, Barcelona, Fanzara, La Bañeza (España); Buenos Aires, San Juan, Córdoba, Rosario (Argentina); Bangkok (Tailandia); Viena (Austria); La Paz (Bolivia), Brisbane, Melbourne, Sydney (Australia), Mercedes (Uruguay), Geel (Bélgica).
—¿Cuál de todos los países eligen? ¿Por qué?
—Cada sitio tiene algo hermoso y llevamos con nosotras miles de recuerdos y experiencias increíbles. Sería imposible elegir un único lugar porque en todos hemos conocido personas encantadoras, pero sí podemos mencionar como sorprendente la vez que pintamos en el Cementerio General de La Paz en Bolivia. Fue una experiencia memorable porque tuvimos la posibilidad de estar en el cementerio una semana entera mientras pintábamos el muro y nos encontramos con una concepción de la muerte muy diferente a la nuestra y a la vez muy festiva. El cementerio es muy concurrido por los ciudadanos que lo mantienen como un lugar donde se encuentran con familiares y amigos. Nos asombró la importante presencia de este lugar y también de todo lo que implica las tradiciones andinas en relación con los muertos, a la posesión de las ñatitas (calaveras) como un elemento ligado a la protección del hogar y la profunda relación con la espiritualidad.
—¿Cómo han trabajado este año con la pandemia?
—En el año 2020 muchos proyectos y festivales han sido cancelados y otros aplazados por la pandemia. En este año teníamos planeado varios viajes a diferentes continentes. Sin embargo, han nacido otros proyectos nuevos, un lindo encuentro en Cascais, Portugal, en el festival Infinito que se desarrolló en el barrio de Torre y otro en Bélgica. También hemos tenido la suerte de poder viajar porque estamos residiendo en Barcelona y para entonces los viajes dentro de Europa continuaban permitidos. Para el año 2021 ya tenemos una agenda planificada, esperemos que estos proyectos se puedan concretar, ya que hoy es muy necesaria la vida cultural en las calles y el entender los espacios públicos también como propios.