De los templos a la sopa de pollo y coco, pasando por un auténtico masaje thai en la mejor escuela de masajistas de Tailandia, que significa «país de hombres libres».
El antiguo nombre «Siam» fue reemplazado por el actual por dos motivos: Siam significa «de piel oscura» y así los llamaban despectivamente sus vecinos «blancos». Además, Tailandia logró evitar el yugo de los europeos cediendo Laos, Camboya y Vietnam. A veces gana el que sabe perder.
De la mano de Thing (adorable y con un excelente español, lo cual es un alivio) fuimos a recorrer los principales templos de Bangkok.
En el trayecto nos introdujo en los principios básicos del budismo, que practica el 95% de la población. Según explicó, su religión se transmite por tradición oral, de generación en generación y sus postulados son la explicación a la tranquilidad que se vive, pese a ser una capital superpoblada. Prácticamente no hay delincuencia. Tampoco se ve casi basura en las calles. Cada uno reza de manera individual y sabe cómo debe comportarse para que su próxima reencarnación no sea en el mismo infierno.Los ingresos no son muy buenos y la vida no es fácil, pero si alguien lo necesita, puede ir a los templos a buscar comida. La misma que comen los monjes, que cada mañana la reciben de sus vecinos.
Un detalle: los monjes budistas toman sólo dos comidas al día: desayuno y almuerzo, no más tarde de las 12. Mirá vos de dónde salió la moda del ayuno intermitente.
Las estatuas de Buda son majestuosas. Ya sea la pequeña del Buda de esmeralda, que en realidad es de jade, la imponente estatua de 5,5 toneladas de oro, el simpático Buda acostado, de 40 m de largo o el gordo al que hay que frotar el ombligo para tener prosperidad.Las fotos apenas si servirán para actualizar la memoria de tanta maravilla que ya no cabe en mis ojos. Es tanta la belleza que dan ganas de llorar.
También da ganas de llorar el enérgico masaje, para el cual la masajista usa todo el peso de su cuerpo. Cierro los ojos e imagino lo bien que me sentiré después y espanto como si fuera una mosca el pensamiento que se me cruza «¿habré pagado para que me torturen?». Para reponer energías se impuso típica comida thaï.
Y sí, me siento muy bien.