Por Miguel J. Culaciati
(Resumen de la conferencia brindada por el autor en la Alianza Francesa – Agosto de 2025)
Hoy, cuando las innovaciones tecnológicas superan nuestra capacidad de asombro y la inteligencia artificial (IA) avanza a velocidad supersónica, impulsada por la ambición de unos pocos megamillonarios, surge la posibilidad inquietante de que, si no se la regula cuidadosamente, una superinteligencia artificial termine relegándonos a simples espectadores, incapaces incluso de comprender lo que sucede.
En estos tiempos vertiginosos y desbordados, el pensamiento de Saint-Exupéry deja de ser una crónica del pasado y se transforma en una brújula insustituible. Su figura y su humanismo siguen siendo faros esenciales que nos recuerdan que la humanidad no puede perderse en la fascinación por la técnica, y que esta innovación debe acompañarse de regulación y ética.
Saint-Exupéry nos enseña que la verdadera grandeza humana no está en la máquina que creamos, sino en el corazón y la mente con los que elegimos vivir. A más de un siglo de su nacimiento, el autor de El Principito sigue siendo un faro para quienes buscan entender la vida desde la mirada del humanismo activo. Su vida, marcada por la aviación, los desiertos, los afectos, los cielos nocturnos y la escritura, refleja la convicción de que la grandeza del hombre reside en su capacidad de conectar con otros, asumir riesgos y reflexionar sobre el sentido profundo de sus actos.
Infancia y formación
Nacido en Lyon, Saint-Exupéry creció en una familia aristocrática que fomentó en él la curiosidad y la sensibilidad hacia el mundo. Su educación inicial y secundaria equilibró disciplina y libertad creativa, mientras que su breve paso por la universidad anticipó que su aprendizaje se daría mucho más en la experiencia directa que en las aulas.
Aviación y correo aéreo
En 1921, inicia su formación militar y luego se integra a la compañía Latécoère como piloto de correo, surcando los cielos de Francia, España y Marruecos. Entre 1927 y 1928, se desempeña en Cabo Juby, en el desierto africano, donde desarrolla no solo su habilidad como aviador, sino también un profundo sentido de responsabilidad y solidaridad con quienes lo rodean.
Argentina y la Aeropostal
Saint-Exupéry llega a Argentina en 1929 con la Aeropostal, contribuyendo a consolidar rutas hacia la Patagonia, Chile y Paraguay. Su matrimonio con Consuelo Suncin y la construcción de la red aérea marcan una etapa de desafíos profesionales y personales. En este período, se evidencia su capacidad de liderazgo y visión humanista, aun frente a crisis empresariales y adversidades.
Periodismo y escritura
A comienzos de los años 30, Saint-Exupéry consolida su perfil como escritor y periodista, enviando reportajes desde Indochina y Moscú, y cubriendo la Guerra Civil Española. Sus crónicas reflejan una mirada ética y profunda sobre la condición humana, anticipando la sensibilidad que luego plasmaría en su obra literaria.
Obras clave y humanismo en vuelo
En Correo del Sur y Vuelo nocturno, Saint-Exupéry transmite la tensión entre la técnica y la humanidad, resaltando la necesidad de coraje, empatía y responsabilidad. En su gran libro Tierra de hombres (1939) alcanza la madurez de su pensamiento humanista, combinando experiencias de supervivencia en el desierto con reflexiones sobre la solidaridad y el sentido de la vida. Más tarde, en Piloto de guerra y Carta a un rehén, profundiza sobre la dignidad humana frente a la guerra y la opresión, mostrando que no se trata de un mero viajero ni de un seguidor ciego de mandatos: observa, reflexiona y elige su propio camino.
En su obra universalmente conocida, El Principito, Saint-Exupéry alcanza un punto culminante de su humanismo. A través de metáforas sencillas, como la rosa o el zorro, transmite enseñanzas profundas sobre la vida, la amistad y la responsabilidad. Cada encuentro del pequeño príncipe refleja experiencias que el autor vivió en carne propia. La obra condensa su filosofía de vida en relatos claros y poéticos, accesibles a todos. Así, su mensaje logra trascender generaciones y culturas.
La experiencia que transforma
Su rescate por un beduino en el Sahara simboliza que la vida de cada hombre está ligada a la de los demás. Para Saint-Exupéry, nuestra existencia cobra sentido a través de la interacción, la ayuda mutua y la responsabilidad compartida.
El enfrentamiento con Charles de Gaulle evidencia otra faceta de su humanismo: la independencia de pensamiento. No seguía mandatos, sino que guiaba su acción por una brújula ética propia, un principio que atraviesa toda su obra y su vida.
Legado y actualidad
Cuando la tecnología avanza a pasos gigantes y amenaza nuestra forma de vida, Saint-Exupéry se convierte en una alarma humanista: leerlo hoy es urgente. Su pensamiento nos recuerda que la ética, la solidaridad y la reflexión sobre el sentido de la vida son herramientas que ningún avance técnico puede reemplazar.
En este sentido, Saint-Exupéry no solo es un escritor del pasado, sino un guía activo para el hoy, un recordatorio constante de que la verdadera grandeza del hombre está en su capacidad de humanizar la técnica, de mantener la conciencia del otro y de elegir con responsabilidad su camino, incluso en medio del vértigo del «progreso» inevitable.