Pulsa «Intro» para saltar al contenido

¿Tiene sentido leerles a los niños que todavía no saben hacerlo?

Nunca es demasiado temprano para comenzar a leer libros a los niños. Este tiempo compartido y disfrutado es esencial para el desarrollo de muchísimas habilidades pre-lectoras (las que se dan antes del inicio de la lecto-escritura), tales como la comprensión del mensaje, el lenguaje y vocabulario, y  habilidades narrativas y fonéticas.

La lectura es una actividad placentera y sirve para entretener además de aportar un desarrollo cultural y enriquecimiento humano. Los adultos, especialmente los padres, deben constituir los modelos para que el niño aprecie y disfrute de la lectura. Para ello, es fundamental propiciar un ambiente, clima y tiempo especial para el encuentro con los libros. Si elegimos un momento donde tanto el adulto como el niño estén relajados, centrados y tranquilos, los más pequeños podrán percibir cómo disfrutamos con lo que estamos haciendo.

Entre los seis y doce meses, a los bebés les gusta sentarse en el regazo del adulto, manipular libros, e inclusive pasar las páginas solitos.

Del primer año hasta los dos, el niño o niña ya tiene un sentido del uso de los libros. Interaccionan con los mismos de manera adecuada, en el sentido correcto, y observan las imágenes con curiosidad. En estas edades ya pueden responder a preguntas sencillas sobre las figuras del libro. Poco a poco, serán capaces de completar el final de las oraciones leídas y posteriormente, si el libro es de su agrado, ¡podrán recitarlo de inicio a fin!

Tan importante es leer regularmente a los niños pequeños, como la manera en la que le leemos. No sólo estamos contribuyendo a su proceso de alfabetización formal, sino que estamos regalando un pequeño tesoro: el gusto y el placer por leer.Cinco consejos para leerles a los más chiquitos:

Permitir que el niño elija el libro: tener sus propios libros con un acceso fácil, para generar su interés por mirarlos y manipularlos, aunque no sepan leer.

Seguir la lectura con la punta del dedo: así fomentamos conciencia del texto impreso.

Animar a “leer” o fingir leer: sirve para estimular la memoria y la narración y también ayuda a navegar un libro de la manera correcta.

Conversar sobre el cuento: se puede usar el cuento como excusa para dialogar con el niño, para añadir información que no está en el texto, para asegurarnos que entienden correctamente lo que le transmitimos. Hay que buscar generar interacciones en la lectura temprana compartida, así será mucho más rica y divertida. También es un excelente recurso releer las partes favoritas del niño y hablar sobre algunos conceptos o palabras interesantes.

Disfrutar el momento: la lectura temprana compartida y disfrutada es un ejercicio fundamental tanto para el desarrollo de habilidades pre-lectoras (atención, concentración, imaginación) sino también para motivar al futuro niño lector mediante una experiencia emocionante, positiva y entretenida.


“Cuando mi padre me leía, yo me recostaba sobre él y me volvía parte de su pecho o de sus brazos. Y yo creo que los niños que son abrazados y sentados en las piernas –deliciosamente acariciados- siempre asociarán la lectura con los cuerpos de sus padres, con el olor de sus padres. Y eso siempre te hará lector. Porque ese perfume, esa conexión, dura para toda la vida”

Maurice Sendak, Ilustrador y escritor de literatura infantil