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Maca de Noia: el arte de descubrir al otro a través de la fotografía

“Lo más cercano afectivamente a tí es, lo que mejor vas a fotografiar”  Sally Mann

Maca es una fotógrafa en constante expansión y movimiento. En sus trabajos se advierten las ganas de crear a partir de lo natural, de lo que se desprende de manera fluida durante el proceso artístico.Es Argentina y ha expuesto en Latino América. Sueña con hacerlo en Estados Unidos, México y Europa y así, sucesivamante y “at random” hasta completar su sueño: viajar con su cámara por el mundo.

–¿Qué diferencia existe entre una foto y un video? Siempre se dice que la foto capta el instante y el video una vivencia, ¿Es así?

–Una foto retrata desde el instante más efímero e insignificante hasta una vida. Intervienen varios factores; históricos, tecnológicos, de luz, el contexto social…tiene el potencial de una profundidad inmensa; tan infinita como diversa y con algo complejo como la existencia de quienes salen en ella. Emerge un rumbo libre.

El video por otro parte, es una mano muy activa del lado del director y de cómo pretende captar al espectador. Es como el paso a paso, en una construcción más formal. Es un cuento que se narra de determinada manera en una forma más literal.

–¿Qué se considera una buena foto?

–Podría decir que la composición sea la correcta, que los colores estén bien combinados como se debe y la luz sea la “indicada”. Pero para mí una buena foto es aquella que te deja pensando, que tiene “capas” que te invitan a seguir descubriéndola. La fotografía invita a habitar espacios y sensaciones nuevas  y a medida que seguís mirando surge la necesidad de descubrir el cuento que te cuenta la foto, no quien está en la foto o detrás de ella. –Entonces…

–Una emoción respondiendo en armonía es considerada una “buena foto”.

–¿Es cierto eso de que “la cámara ama a ciertas personas”?

–Es subjetivo. Hay gente que tiene más facilidad que otra.

Yo amo a las personas que le muestran a la cámara lo que son. Si hacemos la analogía de que la cámara ame a ciertas personas, podemos pensar que hay tantos amores como cámaras ahí afuera y que todos deberían tener alguna cámara para ser amados.–¿Cuándo comenzó tu gusto por la fotografía?

–Desde chica me gustó mucho la expresión artística, soy una obsesiva de la belleza del lenguaje, de la expresión, de lo creativo; me apasiona la perfección.

Estudié economía empresarial y entré a trabajar en Google a los 20 años, recién recibida.

Esto me permitió viajar por primera vez sola al extranjero. Fue una oportunidad para poder vivir 3 meses en Santiago de Chile. Acepté muy nerviosa la propuesta y me encontré, inesperadamente, en un país extraño, en modo “turista” con mucho tiempo y recursos disponibles. Aún así, no tuve miedo de sacar la cámara a la calle.

Tuve la “suerte” de dar con una pequeña academia de fotografía. Asistí a la primera clase sin una cámara y pregunté cuál comprar; me dijeron que la Canon hacía el “ruidito” más lindo cuando sacaba la foto y eso definió la marca que uso hasta el día de hoy.***

Qué elección más simple y hasta tierna y compleja a la vez ya que la marca de su cámara la iba a acompañar toda su vida. Ya desde el vamos Maca eligió la belleza, el sonido agradable de un instrumento para trabajar.

La sigo escuchando…

***

Ahí fue donde la cámara se volvió obsesión. Puedo sacar de mi cabeza una imagen para que todos puedan ver las luces, las sombras, los colores. Me permite dejarlos atravesar mis ojos, abrirles la puerta a mi mundo que hasta yo aún desconozco, pero que se puede explorar con cámara en mano.

Luego de atravesar algunas situaciones de conflicto personales, decidí renunciar a google y dedicarme exclusivamente a la fotografía. Ese es hoy  mi medio de expresión, mi arte.

–¿Qué te agrada fotografiar?

–En la fotografía todo se mueve interna y externamente. Realmente un proceso fotográfico con una persona del otro lado puede contar la vida entera de ese ser. –¿La cámara digital vino a revolucionar o nos saca un poco esas ganas del revelado, el proceso de espera?

–Por más romántico que sea el pasado, sería económicamente inviable sacar cientos de fotos y la imagen busca a través de la imagen. Es parte del proceso.

Sería un amor platónico la fotografía si no fuera por la era digital.

–¿Dónde trabajás? Moda, arte, noticias…

Me especialicé en fotografía de danza y acrobacia; me apasiona el movimiento, los cuerpos en búsqueda.

Me gusta el desafío constante, aceptar todo tipo de propuestas y retratarlas de una manera innovadora y sincera.

–¿Qué parte del proceso creativo es la que más te agrada?

–En plena acción somos dos; el fotografiado y yo con mi cámara que me acompaña. Entro en una especie de trance donde miro por el visor al fotografiado siendo consciente de que lo habilité para que entrara. Soy muy agradecida por poder acercarme de esa forma a las personas. A veces sucede que el visor cubre mis lágrimas y puedo recuperarme antes de que se note.–¿Cuán importante es una foto en una nota?

–Las fotos cuentan muchísimo, aunque también hay veces que las palabras elevan y las fotos no están a la altura, son decepciones que puedo atribuir al fotógrafo. De hecho soy bastante crítica con la fotografía ajena.

–¿Apostas a lo natural o usás mucho el retoque?

–Lo que hago se llama revelado digital y es un proceso de ajuste de luces y color.

Busco la expresión a la hora de fotografiar, promuevo utilizar poco maquillaje, ropa cómoda. Que uno se vea y se sienta natural.

Así surge que no requieran retoques, son simplemente espléndidas.–¿Qué es lo esencial en una sesión de fotos contigo?

–Exponerse a jugar. Se pueden lograr resultados increíbles. No importa la experiencia, ni el conocimiento o la profesión.

–¿Cuándo se da esa magia entre el fotógrafo y el otro?

–Cuando hay una conexión.  Antes de mis sesiones hablo mucho con las personas dependiendo de lo que quieran contar, pero siempre trato de buscar empatía, que cuenten su propia historia.

–¿Te gustaría trabajar en National Geographic? Lo pregunto porque muchas veces las personas quisieran ese contacto con la naturaleza, los animales, el esperar el momento justo…

–“No necesariamente” – dice riéndose-

En algún momento lo soñé. Pero hoy mis deseos pasan por trabajar con artistas, hay compañías de circo y de danza que me enloquecen. Me gustaría poder exponer las fotos en grandes ciudades como París, New York, San Francisco. –¿Sos paciente?

No mucho.

–¿Buscás la toma perfecta o disparás y después elegís?

–Voy buscando mientras disparo. Suele criticarse que se tomen demasiadas fotos en una sesión, pero es mi forma de investigar. A medida que voy disparando me voy acercando a lo que busco.

Tengo como filosofía compartir todas las fotos de una sesión. Siento que las fotos no me pertenecen a mí sino a la persona que está del otro lado.

Tampoco tengo derecho a borrar imágenes, ¿Bajo qué parámetros? Lo que para mí es más lindo, puede no serlo para el otro.–¿Cómo te posicionas frente a otro que quiere tu mirada a través de tu lente?

–Como habilitadora de un espacio de expresión y de libertad sin juicio. Me han dicho que mis sesiones son terapéuticas, de autoconocimiento, exploración.

Soy testigo de los procesos ajenos, pero no soy dueña, ni directora, por eso me gusta aclarar que no dirijo las fotos. Las habilito.

–¿Qué parte de un cuerpo te gusta fotografiar?

–Observo detenidamente hasta encontrar donde quiero enfocarme.

No es una simple parte del cuerpo. Es una expresión. Un ángulo. Un lado que me cuente más que otro, donde puedo percibir qué guarda más información.–¿Lo estético (como pose) o el movimiento?

Movimiento. Lo que se mueve está vivo.

–¿Te auto fotografías? ¿Qué partes y por qué?

–En la cuarentena fue la primera vez que lo hice y surgió como una necesidad.

No podía salir a captar gente y siempre que proveía de témperas de colores a la gente o elementos para que intervengan en las tomas, sentía envidia. Así que decidí poner un trípode y empecé a jugar.

¡Se volvió oxígeno!

–Oxigenarte de alguna cosa o suceso tóxico…

–Estaba en una etapa durísima y procesando pérdidas, cambios de los últimos diez años.

El autorretrato y la escritura me permitieron canalizar y compartir todo eso.

Me saqué varias fotos de “desnudos cuidados”. No por el cuerpo en sí, sino porque, a mi entender, si la ropa no está para contar algo, es preferible que no esté. También supongo que así me sentía: desnuda.–¿Qué quieres transmitir con tus trabajos? (hablando de lo que vos elegís)

–TODO lo que pueda. Me brindo al 100 por ciento.

Una de las mejores cosas que me pueden pasar es que la persona fotografiada vea una foto y me diga “no me acuerdo en que momento hice eso”, “no entiendo como lo hiciste”.

«Me es más fácil definir qué quiero sentir yo con las fotos», añade.

–¿Qué querés sentir, entonces?

–Hay algunas que me movilizan y al volver a verlas recuerdo momentos increíbles que viví. Por ejemplo: una artista parisina sacudiendo harina en un paso a bajo nivel en Saavedra, una bailarina en New York bailando bajo la lluvia, un acróbata francés volando frente al Louvre, son imágenes que tengo que rever para creer que lo viví.

Es tener el poder de crear la imagen perfecta a partir de un recuerdo.

–¿Un sueño?

Fotografiar artistas del mundo y escribir un libro. Siempre quise ser escritora, mucho antes que fotógrafa. Me encantaría escribir viajando, sacar fotos y vender libros con mis relatos e imágenes.

–¿Qué límites tiene tu profesión en vos? Digamos. ¿Tomarías fotos “clase xxx”?

Depende del motivo. En la cuarentena, por ejemplo, estaba atravesando una separación y me surgieron muchas dudas sobre los vínculos. Convoqué parejas de ambos géneros que quisieran ser fotografiadas. Hice unas 7 u 8 sesiones con la propuesta de que hicieran lo que sintieran. No buscaba una foto xxx, pero si pretendían sacarse lo puesto, no los iba a detener.

Si algún día una de mis búsquedas responde con un “xxx”, bienvenido sea, aunque no lo veo muy factible.

–¿Por qué?

–Tiene que ver con el feminismo y con cómo se presenta lo pornográfico y el desnudo.

Me encanta trabajar el desnudo cuidado. El cuerpo como espacio libre de expresión “limita y potencia muchísimo” dependiendo de quien lo maneje. Es una liberación inmensa.

–¿Qué te pasa a vos cuando sacás una foto? ¿Te ha sucedido de inspirarte en alguien o algo y que luego reapareciera en otras cosas?

Hay una circularidad inevitable en lo que hago. No sé si yo soy el punto en común que está estableciendo vínculos entre las personas que fotografío pero sí tengo temas recurrentes que resuenan en mí.

Me moviliza hacer fotos el 95% de las veces. Me emociona, me empapo en la búsqueda del otro y me voy estallada de emociones.

–¿Un referente?

Sally Mann en cuanto a fotografía. Justina Soulas, por su expresión y su escritura.

Compañías que sueño con trabajar: Jacob Jonas the Company y 7 doigts de la main.

–¿Tus colores preferidos?

Mi color preferido es uno que hace poco descubrí que se llama “verde espuma de mar” (soy fanática del mar además). Pero irónicamente no es un color que fotografíe demasiado.

–¿Blanco y negro o color, o cuando uno u otro?

El color tiene un poder inmenso.

La foto revelada el 95% de las veces es a color, porque en la vida yo veo con color y compongo y me imagino la imagen según los colores que veo. Sin embargo, hay veces que arreglo  la cámara para que saque en blanco y negro. Esto me permite ver luces y sombras durante una sesión.

–¿La foto invade o descubre?

–Es una buena pregunta. Soy muy sensible a las historias de maltrato de fotógrafos. Tener una cámara representa un poder, y si se abusa de ese poder es invasivo y violento. Ahora, si está bien utilizada, potencia, eleva, descubre.

–¿Te ha pasado de sacar una foto y que aparezca un objeto que no habías pre visualizado?

–Más que un objeto, fue una emoción. Me pasó de ver las fotos de una sesión con una bailarina y mirarnos sorprendidas, nosotras riéndonos y las imágenes oscuras, terribles, cargadas de dolor.

Representaban lo que las dos estábamos atravesando más allá del momento de goce. Algo que a simple vista nosotras no podíamos ver.

–La foto es un recuerdo, la típica. ¿Es algo más?

No estamos acostumbramos a vernos a nosotros mismos. Vivimos cruzando miradas. Esporádicamente con espejos, persiguiendo ideales de belleza, sin entender del todo cómo “nos vemos” en el mundo. El proceso mediante el cual nos animamos a entender mejor cómo nos vemos, siendo nosotros, en actividad, y no en “pose” o estáticos, nos permite entender quiénes somos, tener un vínculo diferente con nuestra existencia.

Hoy en día la foto para mí es una parte necesaria de quien soy.

–¿Una foto puede hablar hasta doler?

–Definitivamente.

–¿Si tuvieras que elegir una foto tuya, cuál sería?

–Es casi imposible responder a esta pregunta. Es como si alguien te preguntara si tuvieras que elegir un momento de tu vida, cuál sería. Me siento afortunada de contar con cientos que amo.

***

Sally Mann decía que le gustaba hacer sentir a la gente un tanto incomoda y quise probar; fue entonces, al finalizar la charla, que le pedí a Maca que me sacara una foto.

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Nota a pie: La entrevistada utiliza “ lenguaje inclusivo”. Yo usé el neutro por cuestiones editoriales.


María Verónica Cabeza / Copyright2021 / IG @mariacabezawriter