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Argentina te amo

Por Mercedes Andrada

El 20 de noviembre se desperezó con bríos, Argentina se subió a una montaña rusa kafkiana, y se olvidó por unos gloriosos días del dólar, el calor, los mosquitos y otras mínimas preocupaciones dignas de dejar de lado ante el estallido de la celeste y blanca.

Y sí señores, comenzó el mundial de fútbol “en Qatar, ¿viste?, que hasta ese mismo instante ni el más culto de la familia tenía la más remota idea de en dónde quedaba. Y siendo sinceros, hasta hoy damos vueltas con el índice ante el mapamundi, frunciendo la nariz y murmurando “por acá, posta que por acá …”.

Primer partido contra Arabia Saudita, nos quisimos comer el pasto cuando los árabes, esos que no saben si la pelota es cuadrada, nos robaron un 2 a 1, con un VAR que nos anuló tres goles mostrando de manera irrefutable que había una uña, un hombro o una ilusión fuera de área. Estallan los memes en todo el país: desde “vendo televisor 85 pulgadas con dos horas de uso” hasta “si jugaba Scioli, era gol”, mostrando que si no salimos adelante muchachos, nos es precisamente por falta de ingenio . En Arabia Saudita declaran asueto y nosotros empezamos a dudar de Scaloni, Messi, y Dios y María Santísima. En fin.

Unos días mas tarde, cambiando cábalas y en calles desiertas, se escucha el clamor del pueblo por el 2 a 0, del Dios Messi y Enzo Hernández, nos volvemos a amigar con el técnico (“que por algo lo pusieron, viste que vos dudabas, por algo fue”), con los amigos de arriba y con el Dios de acá, que es nuestro y es el mejor del mundo.

En esos días desaparecen y encuentran muertas a dos mujeres. La policia dice que no se puede investigar hasta pasadas las tantas horas de la última vez que la vieron (cosa que nadie sabe que es verso), pero las familias reclaman a los medios que se hacen un espacio entre fixtures y goles, viralizan y ya. Tarde.

Pisoteada la protección a las víctimas del feminismo, sin embargo tiene más pantalla el revuelo que causó el video que muestra a Lionel en el vestuario festejando la victoria en donde aparentemente pisotea una camiseta mexicana, y al boxeador Canelo Álvarez rugiendo en las redes “que le pida a Dios que no me lo encuentre”. En fin II.

Se viene el tercero y aparecen los polacos, nos jugamos el pase a octavos muchachos, y los miramos de reojo porque le habían metido un 2 a 0 a esos árabes que nos ganaron a nosotros y un tal Lewandowski metía miedo. Pero con un 73% de posesión de pelota y dos del colorado Mac Allister y de Julián Álvarez, pusimos un pie contundente en los octavos de final, y somos la celeste y blanca, y somos la Scaloneta y somos Dios.

Un poco de descanso para nuestros héroes y para los que (vendiendo departamentos, esposas, el alma al diablo o sacando un crédito) fueron a disfrutar del evento con un dólar turista que roza el 310.

Y resulta que allí donde la Scaloneta brilla, se ocultan miserias de lo mas variadas, veamos en dónde estamos: fue realmente un alivio que el mismísimo Nasser Al-Khater prometió y aseguró que la comunidad LGTBIQ+ podría ingresar al país aunque piden evitar las “demostraciones publicas de afecto”. ¡Gracias hermano por dejarme entrar!. La lista sigue y las playas de Doha se dividen entre “familiares”, “masculinas” y “ femeninas”, de velo y por treinta euros, solo incluye la arena, porque al mar no te podés meter. A un periodista estadounidense casi le arrancan un brazo porque tuvo la mala idea de pretender meterse a un estadio con una remera con un arcoiris, “también, habiendo tantos estampados a quién se le ocurre ¿no?”.

Se viraliza un video de un catarí bailando una especie de cumbia con uno nuestro. Y nos sentimos grandes, festejando, porque “nos quedamos un tiempito y los hacemos renunciar al Islam”.

Orgullosos los cumbieros. Yo me andaría con cuidado… En fin III.

Andan flojos mis conocimientos para analizar seriamente la cultura de allá, y en realidad me resulta mucho más divertido detenerme en la nuestra, tan “argenta”.

Vivir un mundial con 40 grados a la sombra, es para el recuerdo, como algunas perlitas que paso a enumerar: días antes de viajar nos enteramos que los extranjeros pueden tomar birra sólo en algunos hoteles o restaurantes. Comprar o consumir fuera de esos lugares es ganarte un billete de ida a la multa de hasta mil verdes o cárcel hasta seis meses. Peor están ellos, que necesitan permisos especiales.

Nos queda el mate al menos, o un buen tereré, si tuviste la precaución de meter la yerba.

Las valijas fueron armadas sin consultar el reglamento de la FIFA: los shorts no pueden estar por encima de la rodilla, ni los hombros descubiertos, entonces compran pañuelos y souvenirs que tapen. Que tapen hombros, rodillas y violaciones permanentes a los derechos humanos disfrazadas de fiesta.

Nosotros, los que nos quedamos de éste lado, gritamos desaforados cada gol, cada falta y cada VAR. Nos abrazamos con el ignoto más cercano cuando el Lio la mete. Los de allá, que deben extremar los cuidados a la hora de expresar afecto en público, cuentan con “Abrazo Seguro” la idea brillante de un seguramente argento que brinda por unos pocos pesos asistencia legal las 24 horas y con traductor incluído en caso de que te agarren en pleno festejo.

En le medio de éste caos tan nuestro, el dólar sube como la térmica, condenan a la vicepresidenta y por media hora el país vuelve a dividirse: los que braman contra el partido judicial, los que querían verla en cana y un diez por ciento restante que piensa con preocupación en el encuentro con los Paises Bajos. La tía Marga que se ufana de que obviamente vamos a ganarle porque “cuándo viste que los Países Bajos ganen un mundial”, hasta que un piadoso sobrino le recuerda que en realidad es Holanda y la tía insulta estas modas de cambiar las cosas y meterles nombres yanquis, mientras pregunta gritando a quién le toca el vitel toné este año.

Los activistas de los derechos de los animales levantan pancartas porque parece que en una conferencia de prensa un jugador brasilero revoleó un gato; todos andamos preocapuados por los cuádriceps del Fideo y los isquiotibiales de De Paul, después de haber acusado públicamente a la pobre Tini de tenerlo distraído.

Para terminar una triste noticia: fallecido el pulpo Paul japonés que se lo terminaron comiendo, fue reemplazado (QEPD) por la inteligencia artificial, que anda repartiendo malos augurios.

Vamos para adelante muchachos, preparemos las cábalas para los naranjas, que según la tía Marga se puede, subamos al sueño de la Scaloneta, que mañana Dios dirá. El barbudo de arriba y el genio nuestro, el de acá abajo, el de la celeste y blanca.