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Disociaciones y actos

Lucrecia Mirad

En momentos como estos de grandes conflictos internacionales y desde una coyuntura país muy ardua, adhiero a las palabras que escuche en una charla en Humanidades y Arte. Decía algo así… en momentos de profunda disociación colectiva no hay nada más sanador que hacer. La disociación es el mal del momento y viene acompañado por una des-humanización constante ante la desaparición del sujeto, todo esto agravado por la pandemia.

Hacer es parte constitutiva de mi dinámica, llevo conmigo una condición natural para construir. Esa que me convirtió en arquitecta primero y, luego, en escritora.

Construyo historias, compongo ciudades.

Construir, en momentos de crisis es doblemente arduo. Significa un esfuerzo extra. El de revisar todo, re-proponer todo y meterse en pensamientos nuevos para sobrevivir.

Desde el LABORATORIO DE AUTOR, espacio que coordino, este año propuse una serie de ejercicios de introspección acerca de recuperar los espacios emotivos que vamos perdiendo y hacerlos historias.De una manera intuitiva, llegué a un lugar que me interesaba. Volver a concientizar las emociones que la vida nos mengua, atravesados por una pulsión de producir dentro de entornos peligrosos de productividad a ultranza. Y es allí, en el eje de la productividad, donde se produce el principal desequilibrio que será la puerta a otros mayores. Reemplazar al sujeto por la variable tiempo.

Junto con Patricia Barbieri, colega en arquitectura que también está introduciéndose en el universo de la literatura, decidimos meternos  en el espacio amplio y permeable que separa o une arquitectura con literatura; investigar ese tema y mirarlo con una propuesta: Rescatar las emociones, de ese espacio permeable y poroso que es el área de frontera entre ambas especificidades. El resultado es, a cada paso el asombro.

Asombro al buscar subjetividades olvidadas dentro de esta manera tan extraña de vivir donde los objetos ocupan el espacio de los sujetos. Nos juntamos a estudiar y analizar, proponer y, seguramente, terminaremos en algún seminario o curso.

Hacer, proponer, crear desde ópticas diferentes. Algo parecido a lo que hago en el ámbito de la literatura desde EL LABORATORIO DE AUTOR, donde prestamos más atención al autor que al protocolo de los textos. Generar autores es la consigna. Y esos autores escriben. Un pequeño giro en la concepción de un encuentro, algo diferente a un taller. Otra operatorio, otro hacer. Otro acto.

Otra  mirada… ese es el desafío constante de cada escritor.

Siempre otra mirada, es una constante en cada novela que empiezo. En este caso desde UN DIA, la próxima a editar, rompo con la solemnidad de los ritos. Esa mirada que toma a la muerte desde una liviandad y una determinación cercana al ridículo sazonado con rencor y a ese perdón que no llega. La muerte, el NO mayor abordado desde una lisura cotidiana. Otra mirada sobre las pérdidas.

Hacer es una dinámica que fortalece, hacer como quien no quiere y no puede detenerse, porque es ese acto lo que me da este suspiro de vida que necesito para abordar cada día y re-proponer desde lo individual a lo colectivo.

Hacer. Como quien sana o quien respira