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El cuadrado

Uno de mis grandes placeres es el detenerme a observar la naturaleza, por lo que suelo hacerlo contemplando detalles.  Particularmente, siento fascinación por los insectos y el cielo nocturno.  Durante años de observación, dentro de la ínfima porción de naturaleza de la que tengo acceso geográfico, un detalle siempre captó mi atención, y no por hallazgo sino por ausencia,  y es la inexistencia de la figura cuadrada o rectangular en la naturaleza.  Tal vez las haya en algunos casos singulares que desconozca o sean imperceptibles a mi escala visual, pero de haberlos no dejarían de ser casos extraños.  Millones de formas y configuraciones se repiten, se entrelazan, se amplifican, pero no éstas a las que hago mención.

Curiosamente el ser humano utiliza como principio fundamental en sus diseños las figuras cuadradas y rectangulares.  Lo que la naturaleza evita en sus complejos e inmejorables diseños proporcionales, equilibrados, auto adaptativos y de maravillosas terminaciones estéticas, las personas lo consideramos como imprescindible en casi todos nuestros diseños.

No tengo la respuesta a esta contradicción, pero sí algunas preguntas.  ¿Será que por simple proyección de nuestra estructura psíquica nuestras creaciones estructurales,  funcionales y decorativas tiene tendencia a la concentración de tensiones propias de los ángulos rectos?.  ¿Será que consideramos para nuestros proyectos de vida factores de seguridad de una forma totalmente diferente a los utilizados por el diseñador de este rincón del universo?.  ¿Según el criterio de nuestras “mentes superiores” tal vez le sugeriríamos a los horneros que construyan sus nidos cuadrados y de cemento considerando que esto sería lo más seguro y confortable para estas aves, y por qué no que pongan sus huevos cúbicos para evitar que rueden y caigan al piso por los vientos?, probablemente las hubiésemos hecho extinguir antes que los dinosaurios.

Según el célebre Luis Sullivan “la forma sigue a la función” y sus diseños no omitía ni el cuadrado ni el cubo, sin embargo la naturaleza es básicamente funcional (hasta su costado estético responde a una cuestión de apareamiento y conservación de la especie) y de manera determinante evita la geometría cuadrada, seguramente algo más debe haber comprendido  Antoni Gaudi quien al menos intentó descifrar y aproximarse al diseño natural.  En la naturaleza todo el diseño parece responder a cuestiones distributivas, de eficiencias y de sentido evolutivo, tanto lo geométricamente simétrico como lo irregular, y todo ello escapando de los cuatro ángulos rectos.

Así se observe la pupila de un niño, una imagen de la vía láctea, o un pétalo de una flor sus geometrías y simetrías parecen indicar que en la esencia de las creaciones sublimes no intervienen las formas cuadradas.  Mirando fijamente un espejo advertirá lo mismo.

Si usted se encuentra en un lugar en el que haya intervenido (así sea mínimamente) la mano del ser humano, observe hacia su alrededor y verá como resultará casi imposible no encontrar una figura cuadrada o rectangular.  Evidentemente nuestras mentes precisan de estas siluetas dado que piensan, bosquejan y diseñan de una manera muy diferente a la sabia “naturaleza”, y quizás sea el motivo por lo que nunca la terminamos ni de comprender ni de valorar en su verdadera dimensión.  Algo es seguro, a futuro tendremos un mundo cuadrado y cúbico, de campos con aristas y mares con vértices, por fortuna seguirá estando allá arriba la luna, que cada 29 días al llenarse nos recordará que alguna vez fuimos parte de una bella esfera parecida a ella, en donde era posible vivir en una desestructurada libertad alejada de paisajes saturados de ángulos rectos y horizontes cuadriculados.