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Herencias: Heaven or hell?

La cosa hipócrita del ser humano es odiosa

Gustavo Cerati

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Cuando muere un ser querido nos embargan múltiples emociones. Sabemos, porque ya lo hemos pasado o leído, que vamos a tener que procesar el duelo. Conocemos los 7 u 8 pasos del duelo y hasta que se pueden dar en distinto orden.  VER NOTA

Después de las ceremonias habituales, dejamos que el muerto descanse en paz. Amén.

Paz para el occiso.Y para vos?  Tal vez hayas heredado y ahí, es cuando te preguntas: Me he ganado el cielo o el infierno?

Las familias, amigos,  matrimonios y toda relación humana son maravillosas (con  sus  matices) hasta que aparece la trillada vil moneda. Corren los pingos en la cancha y te das cuenta de que muchos no son pura sangre.Primero habría que diferenciar entre donación en vida y heredar. No soy erudita en el tema así que te invito a que te asesores  con un buen abogado.  Disculpas, te abrí otro interrogante: A quién consulto? A un profesional que sea buena persona y que sepa.

Esto que parece casi estúpido es lo que nos sucede a los que heredamos. A la muerte y el dolor se nos suma la codicia de los familiares, la morbosa sonrisa de satisfacción por quedarse ( adueñarse?) Con un juego de cubiertos de plata del Kington o la alianza de oro amarillo de un matrimonio infeliz. Vas a ansiar el trueque y rogar que en Argentina se pueda elegir a quien dejar nuestros bienes. Te entiendo. Sería sencillo y no tan penoso.

Papá nos quería a todos por igual! Mamá también! Es no. Los padres quieren quizá con  la misma intensidad aunque de manera diferente a cada uno de sus hijos porque somos únicos e irrepetibles. Por esta misma razón es que tenemos ( nosotros como hijos también) más afinidad con uno que  con otro.

Ahora, ante la ley, todos somos iguales.

La desigualdad no la plantea la ley, no la manosea ni manipula un buen abogado. El  conflicto de intereses es entre los herederos por causas que anteceden a la muerte del familiar.

Mi padre me amaba y yo a él. Mis hermanos no lo toleran y están los 3 aliados para que yo no reciba nada. Rings a bell?

El martes fui a Quilmes a la empresa de mi padre; quería ver su oficina, recorrer sus pasos, sentir su presencia de caballero.Mi hermano no me lo permitió. Dijo ser ‘el administrador’. Su ceguera, al igual que la de mis hermanas, le impidió ver que yo también era parte, que yo soy dueña. Idéntica a mi padre, opté por hacer lo correcto. Llamé a una escribana quien , in situ, labró un acta impecable. También a mi abogado, un señor abogado, un erudito.

Se sucedieron llamados (estimo de mi hermano a su abogado y  tal  vez, a alguna amiga ya que, a estas alturas, estaba un poco  nervioso- no esperaba que llegara desde Uruguay de sorpresa-. Sinceramente yo tampoco calculé que había empeorado su  mezquindad, desfachatez e ilegalidad ya que no sólo no me dejó subir sino que también se rio, me mandó a la  maravillosa Punta del Este a lavar los platos y dijo no saber quién era.

Confieso que me quedé preocupada y no por la herencia. Tarde o temprano nudo que no se desata se corta, diría mi viejo. Me dejó inquieta que no reconociera a su propia hermana!

Y yo que había estado por la mañana recorriendo mi ciudad natal, mi Quilmes querida, y me había encontrado con conocidos que recordaban a papá…Me quedo con eso: mi Quilmes adorado, la placita de la Cruz, el abrazo con Laura – la hija de mi madrina-, el aguante de amigos, la claridad de mi abogado y la exelsa labor de la escribana interviniente.

También con la dueña del local de sahumerios frente a la plaza San Martín y su tierno abrazo, la fachada de la casa de mi padre y el balcón de mi infancia y adolescencia desde el que jugaba  a ser Julieta y enviaba señales de luz con una linterna a un chico de un edificio de enfrente.

Me dejé llevar… te das cuenta? El core no es heredar o no heredar; tampoco si te quieren o no te quieren. Ni to be or not to be.

Lo central es que estés calmo y busques un buen abogado. Todo lo demás, decanta solo.

Quédate con lo bueno, honra a tu ser querido obrando bien.

Ese martes, dormí como un ángel. Papá me contó al amanecer.

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María Verónica Cabeza