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Las neurociencias y su objeto: el cerebro responsable

Días atrás me vi conminado a asistir a un curso sobre neurociencias por una iniciativa de los políticos encargados de decidir las orientaciones “terapéuticas” en materia de salud mental. Estas orientaciones, siempre muy afines al mercado, suelen estar totalmente alejadas del trabajo que los técnicos llevamos a cabo en nuestra práctica diaria; una cuestión que poco o nada importa a los políticos encargados de las políticas.

Lo de verme “casi conminado” a asistir conviene aclararlo; no estábamos obligados, pero el puesto de trabajo estaba en juego.

La gran idea de estos seño@s totalmente alejados del campo clínico persigue la homogeneización de la orientación terapéutica de todos los servicios sociales y de salud mental para que el etiquetado y posterior patologización resulte una operación rápida y fácilmente contabilizable para su posterior medicalización.Optaron por la orientación de moda, la neurociencia, una praxis que hace recaer todos los males y su consiguiente responsabilidad subjetiva en distintas regiones del cerebro.

Es una orientación que día a día gana adeptos precisamente por la des- responsabilización que supone para cualquier sujeto portador de un sufrimiento. Todos enfermos pero inocentes: algún precio hay que pagar por no cargar con la responsabilidad de nuestros síntomas.

En concreto los docentes de este in-prescindible curso se centraron fundamentalmente en el tratamiento de los traumas que según los expertos están regulados por el nervio vago central del sistema parasimpático. Allí se acumulan los traumas infantiles que impiden una vida plena y feliz.

A pesar de mis primeras resistencias debo reconocer que el tratamiento puede llegar a resultar realmente eficaz: se trata de acceder al nervio vago utilizando la técnica de la trepanación. Un simple agujero en el cráneo.Una vez accedemos al cerebro extraemos el trauma acumulado en el nervio vago quedando así el usuario libre de toda opresión traumática y la familia libre del miembro traumatizado.

En la próxima clase veremos que parte del cerebro hay que extraer en los otros miembros de la familia para facilitar el duelo por el miembro lobotomizado.

Pero esa parte del cerebro aún no la estudiamos, la del duelo. Por lo que adelantaron los expertos parece que se pueden extraer las dos juntas, la del trauma y la del duelo, veremos.

Sin duda la utilidad de este curso, por su aplicabilidad, es innegable, y como si fuera poco ésta infalible técnica también crea nuevos puestos de trabajo: hace falta mucho personal de limpieza para despejar los desperdicios que ocasiona acceder al nervio vago.

Y como si toda esta ganancia de saber fuera poca cosa, a la salida del curso nos regalaron un kit para cada asistente que facilita la auto-trepanación, una herramienta indispensable ya que como nos explicó el profesor sí uno mismo no se trata trepanándose su propio trauma tampoco puede tratar trepanando el trauma ajeno.

Una joya de formación, y ¡gratis!