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La difícil y atroz tarea de romper el silencio de un abuso sexual

Quienes están por fuera de la atroz situación de vivir un abuso sexual, generalmente se preguntan ¿Por qué tardo tanto en contarlo? ¿Por qué se le ocurrió ahora decir esto?

Estoy en condiciones de afirmar que el 80% de mis pacientes ha tenido un abuso sexual en su historia, y muchos menos una violación. No voy a diferenciar más que etimológicamente ambas aberraciones, ya que la significancia es tan personalísima que la diferenciación solo sirve para la los tiempos judiciales y las penas.

Abusar es el acto que consiste en el acceso al cuerpo de otro con fines sexuales sin su consentimiento mediando la seducción con caricias, tocamientos y roces, en cambio la violación es el acto de acceder al cuerpo de una persona sin su consentimiento para una actividad sexual con acceso carnal o no ya que puede ser con cualquier elemento que utilice el violador.  Lo que ambas comparten es el acceso al cuerpo del otro SIN SU CONSENTIMIENTO.En la mayoría de los casos el abusador/violador se encuentra en el núcleo más íntimo de la familia, es alguien que tiene o cuenta con la confianza de los padres primeramente y luego del niño u adolescente. Es alguien que le resulta familiar y amigable.

La comprensión (innecesaria) de parte de los demás en el por qué de la tardanza en contar, es necesario percibir que el abuso sexual es una de las tantas formas de violencias que existen, en esta sociedad, que a su vez es muy particular y compleja.

El abuso se produce en el más cruel y ensordecedor de los silencios, sin testigos y a puerta cerrada. Siempre me pregunto qué difícil es para quien padeció un abuso/violación tener que contar algo que padeció y que quedó en su memoria, en su mente, en donde sólo hay dos testigos el abusador/violador (que generó el afecto familiar) y la víctima. Entonces  ¿cómo te demuestro esto que te estoy contando, si no tengo más pruebas que mi dolor, mi herida profunda, mi baja autoestima y mi desvalor?Este acto aberrante implica justamente, el rompimiento de los límites de la intimidad y lo privado, que bajo amenazas, engaños o distorsiones de la realidad, va callando por años a quien agredió y confunde profundamente a la víctima y con el paso del tiempo y el crecer de la victima también le va generando internamente vergüenza.

La víctima debe buscar formas de tolerar este hecho traumático y sobrevivir física y psicológicamente. A veces, para lograr subsistir recurre a la defensa de su aparato psíquico y las desdibuja, transformándolas en sueños, escenas no propias dudando de la existencia del hecho, otras lo olvidan o lo intentan bajo infructuosos esfuerzos. En algunas oportunidades, las escenas traumáticas del abuso sexual, dan una licencia, pero continúan en el cuerpo, expresadas en múltiples dolores, jaquecas, hipertensión, insomnio, incapacidad para desarrollarse, obesidad, alteraciones en la esfera sexual, disfunciones sexuales y menor capacidad de disfrute, depresión y trastorno de estrés postraumático, así como un control inadecuado de la ira, en el caso de los varones, volcada al exterior en forma de violencia; en el de las mujeres, canalizada en forma de conductas autodestructivas, también en ambos imposibilidad de pensar en formar una pareja y mucho menos tener un hijo. Uno de los más comunes de escuchar en pacientes abusados/violados es el sentimiento de culpabilidad, vergüenza o reproche por  no haber sido capaz de detener el abuso, o hasta culparse a sí mismo si experimentó placer físico. Es importante que entienda que la persona que lo lastimó es quien deberá asumir la responsabilidad de sus acciones y no quien lo padeció.Pero para cuando la víctima pueda hablar, ya han pasado muchos años, algunos recién lo pueden hablar cuando su abusador/violador ha muerto, otros en cambio, logran encontrar alguien cercano y confiable que los escuche, pero esa persona debe tener ciertas características, la más importante éste debe estar  empático para creerle, y ¡Jamás cuestionarlo! Cuando hablo de creerle quiero decir, que le dé el valor de veracidad a sus palabras.

Debemos como sociedad entender que no es que la víctima no quiera contar, es que no puede hablar. Y realmente no puede si los espacios sociales no se lo permiten, no lo quieren ver y  prefieren desmentirlo negando el horror del abuso sexual vivido y acompañar que tanto hombres como mujeres se animen a sacarse de adentro el dolor, el horror y la culpa de haber sido víctimas de otro humano que actuó en contra de su voluntad y altero todas sus decisiones.

Siempre agradece porque te lo contó y no porque te lo ocultó. Abrazar a las víctimas de esta violencia, es abrazar su verdad.