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Tatuajes: algo más que un dibujo en la piel

Las marcas corporales se han utilizado desde tiempos remotos como forma de identificación individual o grupal. A tal fin se han utilizado marcas a fuego, amputaciones, deformidades varias, etc., pero uno de los signos más comunes, que se ha extendido mucho en los últimos años, son los tatuajes, producidos por pigmentos insertados en la piel con agujas u otros elementos punzantes dejando así marcas permanentes. El procedimiento se realiza sin anestesia, generando un dolor variable.

Los tatuajes no son inocuos. Pueden ser causa de varias complicaciones para la salud. Una de ellas es la transmisión de enfermedades virales como verrugas, molusco contagioso, herpes y, lo más riesgoso, la posibilidad de hepatitis. También pueden aparecer infecciones bacterianas como impétigo, forúnculos y otros gérmenes. Hace pocos años hubo en la ciudad de Rosario un brote de micobacteriosis atípicas, muy difíciles de tratar, en un grupo de personas que se habían tatuado con tinta contaminada.Los tatuajes pueden causar reacciones alérgicas, siendo la tintura roja la mayor responsable de este tipo de inconvenientes, así como también pueden aparecer otras reacciones cutáneas inflamatorias ocasionadas por los pigmentos que son reconocidos como extraños por el sistema inmunológico natural.

No menos importante es la posibilidad de enmascarar el surgimiento de un tumor cutáneo maligno o alterar la morfología de un lunar preexistente.

Una última consideración médica a tener en cuenta es que el portador de un tatuaje frecuentemente se arrepiente del mismo por razones sociales, familiares, etc., generando malestar emocional de distinta índole.

Hay varios métodos para la remoción de los tatuajes, pero tener en cuenta que es mucho más costosa la eliminación que la confección de los mismos. Además, considerar que a veces se necesitan varias sesiones y que son frecuentes las cicatrices y/o cambios en la pigmentación de la piel tratada.

Los tatuajes han inspirado a muchas manifestaciones artísticas, entre las cuales quiero referirme a dos de ellas, ampliamente recomendadas por mi parte.

Una es el film japonés de 1982 llamado “La mujer tatuada”, en la que una joven acepta por amor entregarse durante larguísimas sesiones a un maestro del tatuaje que utilizaba un método nada convencional. La otra es el libro “El hombre ilustrado”, del escritor de ciencia ficción estadounidense Ray Bradbury, publicado en 1951, base del film del mismo nombre del año 1969. En esta obra el personaje del título tiene el cuerpo cubierto con múltiples tatuajes y, al examinar las imágenes, las mismas se animan y dan lugar a diferentes relatos.