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Un año más, una cepa que acelera el pánico y la necesidad de querer abrazarte

Estamos de nuevo en las fiestas, en el medio de un calor extenuante, sumado al cansancio de estar aislados socialmente de nuestros afectos, en donde parecía que el milagro se hacía realidad, pero se va desvaneciendo, aparece este agotamiento en la sociedad en donde muchos decidieron relajar cuidados, muchos también siguen duelando y no pudiendo entender porque te fuiste de mi lado si te cuidabas, el dolor de las pérdidas que no estarán más, muchos plantean, el covid se adelantó y me lo la robo… escucho frases todos los días, de dolor inmenso y profundo, de soledad inmensa que no cabe en el alma.

Cuando parecía que todo mejoraba, nos latigó de manera cruel la Omicron… nos desestabilizó nuevamente a nivel personal, y emocional. Aún los agentes de salud no nos  hemos recuperado del raid vivido con la etapa más cruel de esta pandemia. Y aparece esta para decir ¡Vamos a poner todo de nuevo por el otro! La sociedad  se encuentra dividida en vacunas si o vacunas no, cuidados si cuidados no. A comienzos de la pandemia se advirtió de algunos problemas de salud mental relacionados con la sobreexposición a noticias que producen ansiedad y surgieron términos que no conocíamos como síndrome de la cabaña, este principio se produce cuando experimentamos miedo a circular en la vía pública, miedo a relacionarnos con otras personas fuera de las paredes de nuestra casatemor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casautilizar medios de transporte público, relacionarnos con otras personas conocidas, etc. Pero es importante remarcar que no se trata de un trastorno psicológico. Más bien hablamos de una consecuencia conocida, o incluso podría verse como “natural”, el hecho de atravesar tanto tiempo encerrados.

Las fiestas entonces son más duras, porque se une el miedo a los grandes encuentros con el deseo de estar con amigos y familiares. Y el deseo irrefrenable que tenemos de abrazar y que nos abracen quienes amamos.

Comúnmente desde hace unos años se está perdiendo el “espíritu navideño y festivo” y nos encontramos con  la depresión navideña. Incluso en los años «normales» venía siendo cada vez más acentuada, lo que se nos sumo esta vez, son los dos años de pandemia y temor, esta época genera un estado de tristeza o melancolía en el que la persona siente su ánimo decaído, falta de energía, desinterés por casi todo, irritación, ansiedad y malestar.

A los factores ya mencionados se añaden otros propios de este tiempo: las ausencias por las restricciones para los encuentros; el temor de contagiarse COVID o la angustia por personas queridas que estén atravesando la enfermedad. Pero también se nos suma el duelo por conocidos que hayan fallecido debido a ella, el cansancio y la incertidumbre por todos estos meses de miedos y cuidados, los problemas económicos derivados de la pérdida del empleo y la quiebra de empresas también a causa de la pandemia, las crisis y rupturas de pareja que también aumentaron en estos años.

Venimos atravesando dos años severos que nos pusieron en jaque y nos ha cambiado el rumbo de muchos pensamientos, actitudes, pensamientos y conductas. El covid apareció y arrasó con la salud emocional de todos, nadie saldrá indemne de esta catástrofe.

Existen numerosas estrategias para minimizar el riesgo de transmisión del covid, y muchas de ellas son útiles al momento de planificar estos eventos:

  • Celebrar sólo con la gente más cercana, intentando mantener nuestra “burbuja” de contactos habituales, con quienes compartimos los mismos hábitos de cuidado y responsabilidad.
  • Limitar las salidas y actividades sociales la semana previa, minimizando así el riesgo de exposición al virus y posterior transmisión.
  • Si hay personas mayores de 60 años en nuestro entorno, o con factores de riesgo para desarrollo de enfermedad grave tales como diabetes, cáncer, enfermedades renales, cardíacas o pulmonares, obesidad o alteraciones de la inmunidad, alentarlas a participar de la reunión de manera remota o asegurarnos que el sitio elegido para la misma cuente con las mejores condiciones de espacio y ventilación posibles, si puede ser al aire libre mejor aun.
  • No preparar picadas, o comidas del estilo todos picotean del mismo lugar.

Por eso si tus seres queridos  aun están contigo, quiero que registres la bendición de poder estar con ellos, con todos los medios de cuidado que nos aconsejen, tenerlos  en una mesa y poder disfrutar de atravesar un año más en el medio de caos, la incertidumbre y el desconcierto.

Levanta bien alta la copa y agradece de poder sentir el calor que solo el amor del compartir el día a día con quienes amamos, es ser una persona que está en condiciones sentirse orgullosa y seguir protegiéndose a uno mismo y a todos,  de posibles contagios.

La pandemia nos enseño que debemos aprovechar mas de los besos, los abrazos, las palabras de amor, nos dieron una oportunidad de aprender que el amor, la unión y el estar vivo, es aquello que nos llevamos de este mundo

Te deseo que pronto puedas abrazar a quien ame y que valores tener la mesa llena.

Y cuando todo esto termine, no pierdas más tiempo en enojos, desencuentros, y orgullos. Se vienen momentos en lo que debemos priorizar es el contacto de la piel, del olor y del orgullo de ¡estar vivos!

Les deseo un año de amor, de cuidados, de aprendizaje para poder decir te amo, te extraño, me haces falta. Manteniendo la esperanza intacta que estamos más cerca de la salida…

Gracias por acompañarme este año en los artículos, gracias por leerme y sus devoluciones,  gracias a La Revista del Siglo por abrir un espacio para poder hablar de sexualidad, cuidados, emociones y prevención.

Nos leemos en el 2022… los abrazo de alma a alma.