Carolina Roncoli creó su propia marca de pastelería a partir de un legado familiar, el de crecer en una cocina con imaginación. Mientras estudiaba economía decidió que ese hobby que la acompañó toda la vida podía ser la concreción de una profesión que la acompaña ya desde hace varios años.
Carolina destaca “el privilegio de vivir haciendo lo que a uno le gusta”, aunque por supuesto llega tras la imaginación, la autoexigencia y el saber escuchar al interlocutor. Su mamá, Estelita, es parte fundamental de este emprendimiento, que es un suceso en Rosario y la región a partir de cientos de miles de seguidores en redes sociales.
Carolina cuenta cómo se gestan sus tortas y pasteles, y brinda tips para quienes tienen un sueño y están dispuestos a concretarlo.-Cómo empezó tu pasión por la pastelería y cómo decidiste convertirla en un emprendimiento?
-Me crié en una casa donde los postres y las tortas siempre estuvieron presentes. Desde chiquita estuve en la cocina y fui descubriendo que me gustaba. Fue una forma también de mantenerme ocupada, ya que era muy inquieta. En realidad, nunca estuvo en mis planes tener un emprendimiento de pastelería. De hecho, estudiaba economía y al mismo tiempo hacía las tortas cumpleañeras para mis amigas, las que solía publicar en Facebook. Un día me llegó un mensaje que decía: “Caro, ¿las vendés?”. Y pensé: ¿por qué no? Ese día, sin buscarlo, comenzaba el desafío de emprender.-¿Qué te inspiró a realizar un curso de pastelería en París? ¿Cómo influyó esa experiencia en tu estilo y técnica de pastelería?
-París es la cuna de la pastelería y muchos de los que nos dedicamos a esto soñamos con estar ahí algún día. Es por eso que decidí inscribirme en un curso corto e intensivo de pastelería clásica y tradicional. Aprendí cosas nuevas con sabores muy distintos y ahora trato de aplicar lo aprendido, adaptándolo a nuestros gustos y costumbres. Fue una experiencia que sin duda repetiría, ya que me permitió unir mis dos grandes pasiones: cocinar y viajar.
-Tu emprendimiento de tortas se ha convertido en un ícono en Rosario. ¿Qué creés que ha sido clave para tu éxito en un mercado tan competitivo? ¿Cómo describirías el estilo único de tus tortas y qué las diferencia de las demás en el mercado?
-En realidad, no lo sé. Siempre traté de hacer tortas que yo compraría. Lindas, ricas y abundantes. Combinar un efecto estético con productos de buena calidad. La idea es que quien elige una de mis tortas lo vuelva a hacer. El objetivo es no estancarme y estar constantemente pensando en nuevas recetas, en propuestas diferentes. Es así como en una charla con Estelita, mi mamá, se nos ocurrió darle una vuelta a los famosos macarons y pintarlos a mano. Fue un camino de ida, porque presentamos algunos dibujos, pero la aceptación de la gente fue tal que hoy los diseños los proponen ellos y nosotros tratamos de lograrlos. Actualmente, los macarons personalizados son pintados a mano uno por uno por Estelita y son, sin duda, mi producto estrella.-Sabemos que además de ser deliciosas, tus tortas tienen una presentación impecable. ¿Cómo abordás el aspecto visual de tus creaciones?
-Lo visual es el primer paso a la hora de la elección de una torta. Pero es fundamental que al probarla los sabores confirmen que la decisión fue buena y no se sientan decepcionados. Me gusta jugar con la combinación de colores o gustos para atraer el ojo del cliente. Como dice mi mamá, la presentación es el marco del cuadro; y esta frase la llevo siempre conmigo.
-Mantener la calidad y la consistencia es crucial en el negocio de la pastelería. ¿Cuáles son tus secretos para mantener siempre altos estándares en tus productos?
-Mi secreto es que la calidad no se negocia. Mis clientes lo saben, lo valoran y eso hace que me sigan eligiendo. La pastelería es muy exacta y yo soy muy exigente con los productos, cuidando cada detalle hasta el minuto de la decoración y presentación final.-¿Qué desafíos has enfrentado al dirigir tu propio negocio de pastelería y cómo los has superado?
-El mayor desafío es trabajar sola, porque todo recae en mí, desde la elaboración y producción de las tortas hasta los pedidos a proveedores, la generación de contenido para las redes sociales, el asesoramiento, los pedidos y entregas a los clientes. Por supuesto que siempre está mi familia ayudándome cuando lo necesito. Los tres pilares fundamentales para poder mantener este emprendimiento hace tantos años son la organización, la constancia y la perseverancia. Pero si pienso en un momento difícil y puntual aparece indudablemente la pandemia y la restricción a las reuniones sociales. ¿Qué hacer cuando uno se dedica a elaborar cosas que implican juntadas, festejos y eso ya no es posible? No tuve otra alternativa que reinventarme. Fue así que surgieron las porciones de tortas y las entregas a domicilio. Fue una etapa de un tremendo trabajo y horas sin dormir, pero de una gran satisfacción por la aceptación de la gente.-Como emprendedora en el campo de la gastronomía, ¿cómo te mantenés al tanto de las tendencias y nuevas técnicas en pastelería?
-Me gusta mucho viajar y cuando lo hago pruebo los dulces típicos de cada lugar. Tomo esos gustos característicos y los guardo en la valija con destino directo a Rosario. En mi cocina pienso cómo adaptarlos a nuestro paladar para después pasar por la etapa final, en donde toda la familia participa en dar su veredicto. Si se aprueba, sale al mercado y, si no, hay que buscar mejorar el resultado.-¿Qué consejo le darías a alguien que quiere seguir tus pasos y convertirse en un emprendedor exitoso en el mundo de la pastelería?
-Es difícil poder dar un consejo. Creo que cada uno tiene que construir su propio camino, sin recurrir a la comparación que no te permite crecer y te paraliza. La competencia es con uno mismo, tratando de superarse y reinventarse permanentemente.
La pastelería es muy demandante, requiere mucho trabajo y disciplina, pero también permite disfrutar, crear y jugar libremente. Saber que las tortas siempre están presentes en los buenos momentos de las personas hace que me guste cada día más dedicarme a esto. Vivir haciendo lo que a uno le gusta es realmente un privilegio.