ANNA es una marca emergente en el mercado local del diseño de joyas y accesorios. Anna Rizzotto, su creadora, define su faceta de emprendedora como la de alguien que detrás de su sueño puesto en marcha evidencia no sólo su saber hacer sino su identidad. De reciente participación en el Salón de Joyas y Arte en el Salón de las Banderas, la creadora rosarina cuenta cómo puso en marcha y lleva adelante su proyecto.
—¿Cómo y cuándo comenzaste tu negocio con las piedras y accesorios?
—En marzo de 2016 comencé un curso sobre armado de accesorios, me encanta diseñar, pero me faltaba aprender la parte técnica. A mediados de ese año le di forma al proyecto de tener mi propia marca: ANNA.—¿Siempre te gustaron las manualidades?
—Sí, siempre me gustaron las manualidades. Incluso estudié Diseño Gráfico, en una época donde todo lo armábamos de forma manual. Unos años más tarde hice la Licenciatura en Comunicación Visual.
—¿Qué te inspiró a emprender en este campo en particular?
—En este rubro encontré una hermosa e interesante combinación entre mis dos preferencias, el diseño y poder realizarlo manualmente.
—¿Cómo llegaste al nombre Anna?
—ANNA era el nombre de mi abuela materna, como mi primer nombre, que lo llevo por ella. Siento que el nombre, junto con el proyecto, evidencia mi identidad.—¿Cuál es tu proceso de diseño y creación de los accesorios?
—El proceso de diseño varía entre pensar en alguna pieza y elegir los insumos, y también al revés, elegir algún dije, cristal o gamuza que me gusten, combinarlos y luego realizar diferentes modelos.
—¿Cuáles han sido los mayores desafíos que has enfrentado como emprendedora en este negocio?
—Creo que uno de los mayores desafíos fue atravesar la pandemia. Con la gente en sus hogares nadie podía lucir ningún accesorio, ni tampoco regalar. Las ventas estaban en pausa. Entonces decidí aprovechar ese tiempo para capacitarme. Algunas profesoras de Buenos Aires enseñaban técnicas que acá no se daban; como siempre lo habían hecho de manera presencial, por distintas cuestiones era complicado coordinar para poder asistir. En ese sentido la pandemia nos dio la posibilidad de realizar cursos de manera virtual y acceder a diferentes clases.—¿Cuál es el mercado que más consume tu producto?
—El mercado que más consume mis productos son mujeres de todas las edades.
—¿Hay alguien en particular que te gustaría que luzca tus accesorios?
—No pienso en nadie en particular. Me encanta la frase que dice: “Un diseño no está terminado hasta que alguien lo esté utilizando” (Brenda Laurel). Por eso disfruto ver como cada mujer los luce con su propio estilo. Cuando me encargan algún obsequio para alguien que vive en otro país, pienso que mis diseños están en otras partes del mundo y eso también me resulta muy gratificante.—¿A quién admirás?
—En realidad admiro a varias mujeres: este trabajo me permitió conocer un maravilloso grupo de emprendedoras. Con ellas compartimos momentos enriquecedores, cada encuentro se transforma en un verdadero disparador motivacional. Cada una con su experiencia contagia su energía al resto.
—¿Cómo ha sido conciliar tu vida personal con el desarrollo de tu emprendimiento? ¿Has tenido que hacer sacrificios o adaptaciones en tu rutina diaria?
—Conciliar la casa, los chicos y todo lo que implica como mamá con mi proyecto es una fuente de tensión constante. Poder coordinar las dos cosas es un lindo, aunque a veces difícil, desafío. Vas tratando de adaptar la rutina (comida, ropa, tarea, horarios, etcétera) y a su vez buscar el tiempo para ocuparte de tu emprendimiento. Lo bueno, en mi caso, es poder realizar las dos cosas.
—¿Cuáles son tus planes a futuro?
—Uno de mis planes antes de la pandemia era poder armar un taller y un showroom para tener mi propio espacio. Todo eso quedó en suspenso. Pero es un proyecto que tengo pendiente. q