La serie española, creada por Verónica Fernández y Laura Sarmiento, tiene ocho episodios de poco más de 40 minutos de duración, con los pueblos del País Vasco como escenarios naturales y postales de Bilbao, que le dan marco a esta historia que va del drama al thriller.
Dos mujeres con vidas distintas
A lo largo de toda la serie, las realizadores y guionistas eligieron desandar las historias de dos mujeres que no se conocen y con vidas distintas -una funcionaria y la otra obrera de una fábrica- pero con algo en común: la violación de su intimidad a partir de la divulgación de videos por redes sociales.Fernández y Sarmiento eligen contar la historia mediante breves flashbacks de las protagonistas, que nos irán revelando el entramado de la empresa donde trabajaba la obrera y las miserias del poder en Bilbao. Y la lucha interna de la política y de la hermana de la víctima, que oscilan entre denunciar un delito y buscar justicia o dejar las cosas como están.
“¿Debo denunciar? Es lo justo y lo ejemplar, pero yo sólo quiero seguir adelante y que no me destrocen la vida”, dice el personaje protagónico, interpretado por Itziar Ituño (“La casa de papel”). “Acepta como justo todo lo que vas a perder”, le dice su padre.
Los puntos más altos de la serie son aquellos que muestran los mecanismos históricos y arraigados destinados a culpabilizar a la víctima; el discurso que flota, tanto de empresarios y funcionarios como de familiares, tiene el mismo fin: meter miedo, vergüenza y culpa. Y la férrea decisión de las protagonistas de enfrentar y cuestionar el status quo.
A lo largo de los episodios, ese espíritu pierde fuerza por las digresiones. El guión no sólo desarrolla las dos historias mencionadas.
Además, cree oportuno desplegar otras para abordar temáticas como la homofobia, la reproducción asistida para parejas de lesbianas y hasta la prostitución en la ciudad. Incluso las realizadoras eligen abrir nuevas ventanas -con nuevas historias- a sólo diez minutos del final de una serie, que por momentos deviene en estiramiento innecesario.
Los protagónicos son convincentes y la factura técnica impecable, con paisajes imponentes del País Vasco. En sus escenas sobrevuela la decisión de las protagonistas de hacer que las máscaras caigan de una vez por todos. Y la serie termina siendo un mensaje de sororidad ante la violencia machista.