Recomendamos esta semana el documental Somebody Feed Phil (Netflix), seis capítulos donde el norteamericano Phil Rosenthal, creador de Todo el mundo quiere a Raymond ganadora de 15 Emmys, viaja a seis ciudades diferentes alrededor del mundo para mostrar su comida.
Phil, en su primera temporada, nos lleva sin prisa y sin pausa por Bangkok, Saigón, Tel Aviv, Lisboa, México y Nueva Orleans, en estas ciudades nos sumerge en callejones, mercados, ferias, restaurantes cinco estrellas, todo vale a la hora de elegir, nos contagia su pasión por la comida y se anima a probar lo que sea aunque la pinta no ayude demasiado.
Con su simpatía, empatía y carisma nos anima a viajar y conocer los lugares a través de la comida. Verdaderamente un genio a la hora de sentarse a la mesa y trasmitirnos lo que siente al probar cada bocado; sus gestos, su risa y su calidez son el sello que lo caracteriza en cada programa. A no perdérselo, ya van por la cuarta temporada y hemos conocido San Francisco, Hawai, el Delta del Misisipi, Río de Janeiro, Singapur, en la tercera Phil nos llevó por Marrakech, Seúl, Chicago, Londres y Montreal y en la segunda recorrimos Venecia, Copenhague, Buenos Aires, Dublin, Ciudad del Cabo y New York.
En una entrevista que concedió a La Vanguardia de Barcelona, Phil explica qué lo motivó a crear este programa.
En sus programas de televisión se respira pasión por cada cosa que prueba…
Mis programas hablan de comida pero no solo de eso. Creo que la comida es el gran conector de la humanidad. Cuando nos sentamos y comemos juntos, nos hacemos amigos. Eso es muy importante. Hay gente que apuesta por hacer guerras. Yo digo, “en vez de hacer guerras, ¿por qué no nos sentamos a la mesa?”. La comida puede resolver grandes problemas. No importa de dónde vengamos, todos comemos, y normalmente lo hacemos con otra gente.
Bangkok, Saigón, Tel Aviv, Lisboa, México y Nueva Orleans. Son los 6 capítulos de “Comida para Phil”, estrenada recientemente en Netflix. ¿Por qué estos destinos y no otros?
Intento inspirar a la gente para que viaje. Quería comenzar con los grandes greatest hits del mundo, sitios populares que a la vez fuesen destinos donde los americanos se sintiesen cómodos, países donde mucha gente hablase inglés. Dos tercios de los norteamericanos no tienen pasaporte, ¡no viajan! Así que pretendía inspirar a los espectadores.
¿Alguna experiencia que recomiende especialmente, de los viajes de esta nueva serie?
En Bangkok hay que visitar los mercados flotantes. Las embarcaciones fluyen lentamente río abajo, parando ante los vendedores ambulantes de comida. Sobre las barcas se cocinan platos excelentes, un delicioso pad thai. En Saigón hay que probar el phô, una sopa exquisita con fideos y ternera; y el bánh mì, un bocadillo de cerdo en pan de baguette. En México la sola experiencia de comer tacos en la calle es espectacular, y eso que en Estados Unidos tenemos decenas de tacos en la calle. La comida es mucho mejor cuando la comes en su origen, cuando vas a la fuente original. En Nueva Orleans hay que probar su gumbo, sopa con un montón de ingredientes que representa la fusión de muchas culturas.
¿Qué es lo más extraño que ha comido jamás en sus viajes?
Insectos. En Ciudad de México tomé muchas hormigas, porque las usan en muchos platos. En el restaurante Pujol, el gran cocinero Enrique Olvera pone polvo de hormiga en sus creaciones, las pulveriza. Tienen un toque salado, muy agradable, ¡nunca hubiera adivinado que eran hormigas!
En Hong Kong comí huevo milenario y fue horrible, sabía realmente como si llevase mil años cocinado. Pero descubrí que no lo había probado de la manera correcta. Debía haberlo mezclado con los otros ingredientes del plato. Es como si te comes a mordiscos una cebolla entera, una locura. No me asusta probar cosas. Si no te gusta, simplemente no repites. Probar es maravilloso. Dicen que “el viaje es la recompensa”, para mi “probar es la recompensa”.
Este magnífico documental lo pueden encontrar en Netflix y luego de ver varios capítulos, sin lugar a dudas, no van a ver la hora de subirse a un avión y comenzar a buscar los lugares por donde Phil dejó su huella.