Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Quiero un país aburrido

QUIERO UN PAÍS ABURRIDO

“Harto ya de estar harto, ya me cansé, de preguntar al mundo por qué y por qué…” canta Joan Manuel Serrat en la bellísima canción Vagabundear incluida en el álbum Mediterráneo. Y es la que, ante la crisis número mil en Argentina que nos inunda de angustia e incertidumbre, me viene a la mente.

Harto ya de estar harto, de un país donde representantes estafan serialmente a representados y quedan impunes. Donde tantos logros y esfuerzos de las generaciones precedentes, la de tus abuelos, la de tus padres y también de la generación actual han sido devorados por un Estado que pasó a estar acaparado ya demasiadas veces por mercenarios de variado pelaje que llegan prometiendo ética y cambios para terminar saqueando a través de la corrupción, presión impositiva e inflación al sector trabajadorprivado, es decir, a los héroes y heroínas que aún resisten creando riqueza genuina, prestando servicios de calidad y generando trabajo.

Harto de la falta de justicia, de los estafadores y estafadoras. De jueces con poco coraje y doctrinas que sólo sostienen los derechos humanos de los que matan, roban o violan. Harto de la igualación hacia abajo en lo cultural y del «vale todo». Hace poco en nuestro país una ministra de Seguridad, Sabina Frederic, antropóloga (no leyeron mal, designaron ministra de seguridad de la Nación a una antropóloga hace no tanto) afirmó, cuando periodistas efectuaron comparaciones con otros países en relación a la coyuntura de inseguridad, que «Suiza es más tranquilo, pero más aburrido».

Pues bien, harto ya de estar harto, quiero vivir en un país aburrido, muy aburrido. Dónde los políticos sean «servidores públicos temporales», como decía mi abuelo, que lleguen a la función pública por mérito previo en el campo privado. Donde no se conozcan sus nombres al ser simplemente administradores honestos de la cosa pública y no permanentes rockstars del saqueo y el escándalo.

Dónde podamos vivir aburridamente tranquilos, los niños andar en bicicleta y los mayores tomar mate en la vereda sin temer por sus vidas. Donde los emprendedores jóvenes y no tanto puedan pensar en cumplir sus sueños aquí y no tomar la siempre tan dolorosa decisión de emigrar. Dónde salir a la noche o tomar un bus en cualquier barrio no sea una aventura de alto riesgo, una ruleta rusa, porque el Estado, sí, ese mismo que te viene saqueando hace años, abandonó también ese rol básico.

Quiero vivir con una aburrida estabilidad económica, una aburrida inflación de un dígito anual que permita prever, ahorrar y planificar. Una aburrida previsibilidad, una muy aburrida falta de crisis. Una aburridísima falta de violencia y delito. Un país donde se haga valer la ley, el contrato social plasmado en la Constitución y en los códigos.

Un país que sea capaz de llegar a acuerdos mínimos de Estado, sin importar los partidos políticos, que tengan que ver con una vida mínimamente estable, sin pasar de una crisis a otra. Donde pueda consolidarse una idea de construcción en común, básica, mínima, dejando de lado de una vez y para siempre la idea de llegar al Estado para enriquecerse y donde cada uno piensa que es el fundador de la historia, en su locura de poder.

En el año 2020 cuando la «pandemia» me sorprendió y me detuvo en Argentina me dije «todo pasa por algo» y otorgué una nueva oportunidad de la que no me arrepiento, porque esta nación tiene realidades espectaculares en su geografía, su clima, su cultura e historia, la gente simple magnífica, el apogeo de la amistad. Pero se hace cuesta arriba, ya se van contando demasiadas crisis, demasiadas estafas, demasiadas decepciones. Otorgará Dios, el universo o la divina providencia alguna última oportunidad o será ya irreversible?

Según una reciente encuesta de IDEA Joven el 83% de los profesionales sub40 están dispuestos a trabajar y vivir fuera del país. De ese porcentaje, el 60% emigraría por tiempo indefinido, mientras que el 23% lo haría por un período acotado. Muchos de los nietos y bisnietos de aquellos que se jugaron la vida para llegar a esta tierra de sueños hoy pegan la vuelta.

Se hace indispensable, urgente, volver a las fuentes. Recrear condiciones similares a aquéllas que seducían a los inmigrantes: previsibilidad jurídico- económica, libertad de comercio, lógica fiscal, estabilidad institucional, igualdad ante la ley. La historia esta allí a mano, nos otorga las pistas para retomar rumbos extraviados.

Quiero un país aburrido, tranquilo, manso, donde la adrenalina, cuando la desee, la determine yo, voluntariamente. No es tan complejo, se trata de cuidar lo publico igual o mejor que lo propio, retornar al sentido común, el menos común de los sentidos. No hacen falta complejisímas arquitecturas y planes, sino liderazgos ejemplares, meritocracia y vocación de servicio. Ya bien lo decía Belgrano «Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria».

Miguel J. Culaciati
Periodista
Fundador de Valor Rosario
mickyculaciati@gmail.com