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El Enredo, una experiencia enriquecedora en la unidad penitenciaria de mujeres

Marina Gryciuk es una reconocida artista plástica y diseñadora. Inquieta, curiosa, innovadora, desarrolla múltiples emprendimientos. Uno de ellos se llama El Enredo –parte de la ONG Mujeres tras las Rejas–, y es una experiencia transformadora que un grupo externo lleva adelante con las internas de la Unidad Penitenciaria 5 de Rosario. Es, como dice Marina, una iniciativa enriquecedora, sobre todo para las cinco mujeres que ponen su conocimiento al servicio de pares que en este momento están privadas de libertad.

“La palabra enredo alude, por su significado, a otras palabras que nos hace pensar nuestro transitar en el encierro. Un “enredo” puede implicar mezcla, tensión, barullo, confusión, nudo, lío y más. Entrar en ese entramado de complejidades que es la cárcel, implica inevitablemente el acceso a un espacio enredado”, define, y de inmediato añade: “El Enredo nos permite abordar un nuevo paisaje de relaciones que nos posibilita replantearnos y repensarnos como hacedoras todo el tiempo. El Enredo es un colectivo diverso de mujeres artistas, diseñadoras y militantes. Nos une la inquietud y el deseo de proponer experiencias grupales y colaborativas con otras mujeres, mezclas y tensiones en un devenir. Trabajar con otros, estableciendo lazos complejos, maleables y enredados”.El equipo de trabajo está integrado por Olga Moyano, ex presa política de la última dictadura militar, que estuvo desaparecida a los 18 años. “Nos enseña de paciencia, entrega y labor de constancia militante”, la describe Marina, y agrega: “Olga habla con las chicas del penal con amor por el hacer que define y fortalece en el encierro”. También forman parte del grupo Flor Sánchez, artista plástica, tatuadora y militante por las diversidades de género junto con su compañera Cecilia Pascual, y Gime Galli, diseñadora y dueña de la marca MUTA de objetos reciclados con cauchos en desuso. y yo, artista, diseñadora y ante todo curiosa e inquieta.

“La palabra enredo también alude a tramas y entramados. Taller textil, la tela, la trama y el entramado como fundamento de este hacer. Cuando pensamos El Enredo como un colectivo creativo nos imaginamos un nudo de hilos de colores, una mezcla de texturas variadas en complejo movimiento. En un enredo los hilos van y vienen, se juntan, se unen, se desunen, se mezclan y disienten. El Enredo es un recorrido desde el centro a la periferia desde la periferia hacia el centro una trama continua de múltiples enlaces y desenlaces”, define.

Marina cuenta cómo surgió la idea y cuál fue su inspiración. “Siempre quise aplicar mi experiencia como artista y diseñadora en ámbitos diferentes a los míos, mi idea siempre era llevar el arte y el diseño a un trabajo colectivo con mujeres diferentes a mí. Era para mí un desafío. Unos años antes de trabajar en la cárcel había desarrollado el proyecto Qomi, es un emprendimiento de tejedoras que rescata las técnicas de cestería de los pueblos originarios. A partir de esa hermosa experiencia se me ocurrió la posibilidad de trabajar con mujeres privadas de la libertad”.Marina empezó a ir a la cárcel en 2015 como parte de la ONG Mujeres tras las Rejas. Allí llevaba sus materiales para compartir en otros talleres de la ONG. Y en 2016 creó el espacio El Enredo, el taller. “Desarrollamos desde el año 2015 un taller semanal de aprendizaje de técnicas textiles, intercambio de saberes y experiencias para la producción de objetos y el acercamiento a los abordajes artísticos. Trabajamos las técnicas de bordado, tejido, macramé, cestería, pintura, dibujo para la elaboración de objetos utilitarios y artísticos. Las chicas del penal participan voluntariamente del espacio una vez por semana. Nosotras les proveemos material y herramientas para que ellas puedan también trabajar durante la semana en sus celdas. Nuestro objetivo es brindar herramientas y recursos para que las mujeres en el penal adquieran técnicas para trabajos manuales y desarrollen sus capacidades artísticas, creativas y laborales. Queremos colaborar en su inserción laboral y social. Trabajamos en cruce e intercambio con instituciones artísticas, museos, artistas y galerías de la ciudad, realizando experiencias creativas y muestras de los trabajos en conjunto dentro y fuera del penal”.

Sobre la posibilidad de que las obras creadas dentro del penal pueda tener un público, Marina describe: “Nos interesa establecer cruces y experiencias creativas con instituciones artísticas de la ciudad, involucrar personas de esas instituciones y ofrecerles la posibilidad de pensar y abordar propuestas e ideas para las chicas. El Enredo lleva a cabo el proyecto junto con estas personas, nosotrxs generamos el enlace y las condiciones para el ingreso al penal y trabajamos en el lazo y el vínculo con lxs chicxs. Pensamos que proponerles nuevas miradas, personas que ingresen y les traigan propuestas, palabras, recorridos, materiales distintos son ejercicios movilizantes y posibilitantes”.

Y recuerda que en 2018 desarrollaron con el Centro Cultural Parque de España de Rosario el proyecto “La que soy”, experiencia de autorretratos desde una perspectiva de diversidad de género con mujeres libres y privadas de la libertad. “Realizamos dos exposiciones de los retratos, una dentro de la cárcel a la cual asistieron y se conocieron todas las participantes de “La que soy” y otra muestra en el Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez”, rememora, y añade: “Los tapices bordados por las chicas en el penal también se exponen en la galería de arte Subsuelo, con la posibilidad de que la venta de estos las ayude económicamente en el encierro”.

“Con el tiempo el taller se va consolidando y pienso que ya somos un lugar de referencia posibilitante dentro de la cárcel. Presentamos proyectos con otras instituciones como museos, centros culturales, etcétera. Además trabajamos en nexo continuo con el equipo de psicología de la unidad penitenciaria; eso nos permite tener más conocimiento sobre las necesidades de las chicas presas y podemos tener vínculos más directos con ellas”, relata.

El taller es también la posibilidad de contar con más herramientas para la reinserción laboral de las mujeres al salir en libertad. Se expresa Marina: “Es nuestra idea. Este año la ONG tiene una casa en la cual se trabajará la reinserción social de las chicas que salen en libertad. Proporcionándoles un lugar de aprendizajes, vínculos y contención”.

La ONG recibe donaciones que permiten que la experiencia pueda crecer y abarcar a más mujeres, que se suman a algunos subsidios para los cuales el grupo se postula. “El Enredo trabaja siempre con materiales descartados como telas, lanas, papeles, pinturas, etcétera. También recibimos donaciones de herramientas, por ejemplo. Siempre pedimos la colaboración de empresas, negocios y particulares que quieran y puedan donar. Ya que nuestro trabajo es ad honorem. Para la casa de la ONG también siempre estamos necesitando cosas para las chicas. En 2020 ganamos el subsidio Fomento otorgado por la provincia de Santa Fe. Nuestro trabajo es ad honorem; el dinero que conseguimos es para viáticos y materiales. Todos los años nos presentamos a subsidios, becas, tanto municipales, provinciales y nacionales. Este año nos financiamos con el subsidio Fomenta de la provincia. En 2019 ganamos el premio Arte y Transformación Social otorgado por el Fondo Nacional de las Artes”.

Las integrantes del equipo y las mujeres privadas de libertad comparten un espacio de arte y ese espacio, con formato taller, las enriquece a todas. Como cuenta Marina, la posibilidad de expresarse y decir cosas sin palabras es lo que le da al arte su poder liberador y posibilitantes de subjetividades. “Las chicas se conocen y reconocen en el hacer creativo y eso genera mucho empoderamiento. No me gusta mucho este concepto del arte sana, en el sentido de que si uno hace arte, desde esta perspectiva, es alguien enfermo. No me considero alguien enfermo ni pienso que las mujeres que están presas estén enfermas. El arte posibilita, da placer, te enseña de vos misma, te da la posibilidad de crear un mundo, otro mundo. En el contexto de encierro creo que la experiencia creativa grupal abre posibilidades, potencia subjetividades y da lugar a mirarse en el otro”.

También Marina cuenta su propia experiencia en este lustro de trabajo con las internas. “Siempre pienso que ir a la cárcel y trabajar con las chicas es una experiencia más enriquecedora para mí que para ellas. Yo aprendo a transitar en lugares desconocidos, salir de la zona de confort que es mi familia, mi ámbito profesional, el mundo del arte, etcétera. Elijo como desafío transitar espacios y recorridos con personas con vivencias diferentes a mí. Es allí donde aprendo, es allí donde me sitúo en el lugar del aprendizaje. Es allí donde logro deshacerme de los prejuicios y puedo mirar al otro diferente con sus potenciales que no son los míos”.

Y a la vez la artista relata cómo fue el trabajo durante la pandemia. “En 2020 trabajamos a distancia con las chicas de la U5 llevando material a través del equipo de psicología del EARS (Equipo de acompañamiento para la reinserción social). Con material y tutoriales las mujeres pudieron fabricarse sus propios barbijos y, además, llevamos a cabo un proyecto de producción de toallitas íntimas reutilizables para que las mujeres puedan producirse sus propios elementos de higiene íntima. En pandemia se complicó el ingreso de elementos de higiene, que siempre se ocupan los familiares. Les propusimos también pensar este proyecto desde una mirada ecológica con respecto a los desechos y los materiales reutilizables. Les llevamos entonces un tutorial y el material para la fabricación de estas toallitas íntimas lavables. Durante 2020 las visitas, los talleres y todas las actividades en las que implicaba ingreso de personas externas y las salidas de las mujeres presas de sus celdas fueron restringidas”.Igualmente, el trabajo llega incluso hasta las mujeres que no tienen acceso presencial a los talleres. “También trabajamos con las presas de resguardo, unas cinco chicas con las cuales no tenemos contacto porque están 24 horas aisladas y nosotras les enviamos kits de bordados para que tengan alguna actividad, además de cuadernos y fibras para dibujar o escribir”, describe, y de inmediato agrega: “Ayelén y Patricia están en los pabellones 2 y 3, durante la pandemia tuvimos un vínculo a través de las psicólogas y las mamás de las chicas. Pudimos enviar a través de Ayelén material para que pudieran hacer sus propios barbijos caseros y ella coordinó a partir de moldes que les enviamos una producción de estos tapabocas para las internas. Intentamos ingresar una máquina de coser que nos donaron, pero aún estamos en trámite burocrático”.

Marina, formada en la universidad pública, tiene un sueño, y planea poder concretarlo a través del espacio El Enredo. “Quiero trabajar en vínculo con la universidad. Soy licenciada en Arte, egresada de la UNR; en estos últimos años me estoy formando en posgrado relacionado con gestión y género. Pienso que mi trabajo en cárcel debe formar parte de la extensión universitaria. Me gustaría trabajar con pasantes estudiantes de arte que puedan aportar a la experiencia de El Enredo y puedan como personas creativas abordar la propuesta colectiva en el contexto de encierro. Me gustaría también que las mujeres privadas de la libertad puedan tener también una experiencia creativa fuera de la institución carcelaria”.