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El Principito cumple 80 jóvenes años

Por Miguel Culaciati

Esta bellísima narración poética, aparentemente infantil, ese verdadero diálogo de Antoine de Saint Exupery con su niño interior, que viene marcando generación tras generación llamado “El Principito” cumple años. Efectivamente, fue un martes 6 de Abril de 1943 en que la Editorial Reynal & Hitchcock presentaba “Le Petit Prince” en New York, donde se encontraba exiliado el autor, dadas las circunstancias relacionadas con la Segunda Guerra Mundial que provocaron también que la edición francesa de Gallimard tuviera que esperar dos años para presentarse en la patria natal de su autor.

Por demás conocida es su popularidad, prestigio y vigencia. Baste mencionar que El Principito está incluido entre los mejores libros del siglo xx, que es el libro escrito en francés más leído y también el más traducido. Al momento de escribir estas líneas y de preparar esta celebración, llevaba más de 250 traducciones y 150 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, entre los cinco más comercializados de la historia.

Al iniciar este homenaje describía la obra como una novela “aparentemente infantil” y así lo creo contundentemente dado que, sabiéndola leer con la profundidad que ofrece entrelíneas Saint Exupery, se trata de una obra que nos va a regalar belleza, misterio y sabiduría en toda etapa de nuestras vidas.

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Resulta recurrente al mencionarla por ejemplo en las charlas que me han tocado dar sobre Saint Exupery que las personas se acercan y me expresan “Me hicieron leer El Principito de muy chico, lo disfruté sí, pero no pude llegar a apreciar su profundidad, a comprender entonces todos sus mensajes y simbolismos que ahora me doy cuenta que contiene,,,”.

En mi caso particular El Principito era la obra que como “rito de graduación” se leía a lo largo del año en el Instituto Fisherton de Educación Integral, en el último curso. Los alumnos teníamos doce años y lo disfrutábamos, pero evidentemente sin tener aún experiencia de vida suficiente, no nos llegaban tan profundo las meditaciones y conclusiones del aviador y el pequeño príncipe.

Antoine de Saint Exupery ha sido siempre para mí un personaje cautivante: su indomable ímpetu de libertad, su rebeldía, sensibilidad y humanismo me identifican. El Principito da testimonio de un adulto que no bajó sus banderas ni entregó jamás sus principios y creencias; la clarividencia y sensibilidad de sus ojos niños . Como lo dice el libro en el Capítulo 7 : “Sé de un planeta en donde habita un Señor carmesí. Nunca ha sentido el perfume de una flor, nunca ha mirado una estrella.

Tampoco ha querido a nadie. Sólo una cosa ha hecho en su vida; sumas y restas. Repite todo el día hasta el cansancio: Soy un hombre serio! Hinchándose de orgullo. Y entonces El Principito le dice al aviador: ¿Sabes lo que creo? ¡Que no es un hombre, es un hongo!”. Antoine se obstinó en permanecer.

Vivo, así, con mayúsculas, corriendo los riesgos que hicieran falta, conectado siempre con esa voz primordial… El afirmaba que “un adulto sensible es un niño que ha sobrevivido”.

Esta maravilla literaria ilustrada con las acuarelas del autor es entonces un libro infantil ? Podríamos decir que Sí. Es un libro para la adolescencia ? Sí. Para la edad adulta ? También lo es. Porque se trata de una lúcida crítica de la sociedad, de la adultez, proveniente de un espíritu exquisito, en el que se tratan temas profundos como el sentido de la vida, la soledad, la amistad, el amor y la pérdida. En cada etapa de nuestras vidas lo iremos leyendo, gozando y descubriendo de maneras diferentes.

Por algo diferentes autores y filósofos actuales como el surcoreano Byung Chul Han, tan de moda en Europa por estos tiempos lo citan cuando por ejemplo desean destacar la importancia de crear vínculos genuinos, lazos afectivos y la de mantener los rituales vinculares entre las personas.

Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo en sí el eco, la huella de las lecturas que nos han precedido, obras que cuanto más cree uno conocerlas, tanto más nuevas, inesperadas y reveladoras resultan al releerlas una y otra vez. El Principito es, qué duda cabe, una de ellas porque lo sentimos con el corazón y no se ve bien sino con el corazón, porque “lo esencial es invisible a los ojos”.

Muy felices 80 Años Principito!

Miguel Culaciati
Periodista
Fundador de Valor Rosario