Tuve el honor de conocer en la Maternidad Martin a dos mujeres maravillosas que ofrecen con tanto amor su labor día a día: Graciela Grondona (jefa del voluntariado y presidenta de la Asociación Amigos del Voluntariado) y Graciela Vernetti (tesorera del Voluntariado y también de la asociación civil). Ellascomenzaron como voluntarias en la maternidad en 2008 gracias a un simple aviso publicado en el diario por la doctora GabrielaPuig, jefa hoy de Neonatología, pidiendo personal con ganas de ayudar. Así fue como comenzó el voluntariado. La directora de entonces, Silvia Carbonari, logró que se hiciera una resolución firme para la creación del Voluntariado, imprescindible para la Martin, que hoy cuenta con 400 partos al mes.
Las voluntarias llegaron con muchas ganas de trabajar, pero se encontraron que no tenían un lugar destinado. Así fue como poco a poco y gracias al esfuerzo lograron una residencia para las mamás, un roperito para las donaciones y un lugar muy cálido de contención y reunión donde generalmente pueden comer y distraerse, ya que también tienen un televisor. Ahora llegaron a 32 voluntarias unidas por la vocación de servicio y tender una mano amiga a las mamás de la Maternidad Martin. Trabajan por las mañanas y por las tardes, hay talleres de manualidades, con tres voluntarias que les enseñan a las mamás a bordar, coser, pueden quedarse en la maternidad mientras su bebé está en Neonatología y de ese modo no los separan. Es una maternidad centrada en la familia: los martes entran los abuelos y los hermanitos a visitar a los bebés; hay voluntarias que van los martes al mediodía y enseñan a las familias cómo higienizarse para poder ingresar.
Estamos las tres hablando y veo un cuaderno. Les pregunto cuál es su finalidad:“Sirve para que las mamás cuando vienen a comer puedan anotar lo que necesitan y nosotras nos ponemos en marcha para sus pedidos, y acercan el cuaderno para hojearlo”. Me quedé encantada con esa ida y vuelta de mamás y voluntarias, para quienes el denominador común es el respeto y cariño. Las voluntarias están con las mamás escuchando las necesidades y gestionan sus pedidos.
Graciela Vernetti llega a la Martin después de jubilarse. Ella había trabajado en una escuela de villa y siempre había dicho que iba a regresar. No volvió a esa escuela, cuenta con una sonrisa, porque quedaba muy lejos, pero llegó a la maternidad para no irse más.“De alguna manera doy al otro todo lo que la vida me dio a mí», agrega. Así se creó este vínculo entre las Gracielas, un amor que va más allá del voluntariado.
Ambas lograron una amistad que trasciende la charla: durante el transcurso de la nota me van mostrando fotos que les mandan las mamás, con los regalos que consiguen; veo unos mellizos en un coche doble maravilloso, y felices me cuentan cómo lo obtuvieron: de eso se trata.
“Recibimos tanto amor por parte de la gente que terminamos el día felices y agradecidas, nos damos cuenta que vale la pena, que no hay nada mejor que tener la posibilidad de dar a quien lo necesite”. Y así me contaban tantas historias, cada una con un tinte de emoción,que no podíamos parar de hablar. Las dos puntas de la vida: los bebés tan vulnerables con sus necesidades y de la misma manera los ancianos en el geriátrico, tejiendo todo tipo de abrigo para ellos, anécdotas increíbles de los abuelos con sus achaques, dando y trabajando para los niños, y felices de poder hacerlo.
El voluntariado comienza en 2008 hasta 2020. Tenían mucha voluntad y mucho amor, pero faltaba, dice Graciela Grondona. Para conseguir lo mínimo se les hacía cuesta arriba. Hasta que llega la pandemia y el 20 de marzo del 2020 se decretó que las voluntarias no podían entrar más a la maternidad al ser mayores de 60 años. Tan preocupadas y tristes porque no sabían de quémanera seguir ayudando, pensaron cómo seguir.También estaban las donaciones que recibían: tenían que reorganizarse para trabajar de otra forma, pero sin dejar de ayudar. ¿Dónde vamos a recibir los pedidos, las donaciones? Una sola voluntaria menor de 60 años fue la que quedó en la maternidad, ya que tenía la edad permitida para ingresar: hacía los pedidos para las madres y sus compañeras, desde afuera, se pusieron en campaña para conseguir todo.
Así comenzó otra metodología de trabajo e iban recibiendo las diferentes donaciones; a veces eran cantidades enormes, muy difíciles de adaptar o guardar. Los hogares de las voluntarias se transformaron en depósitos de pañales, cochecitos, mantas, abrigos y así buscar la manera de distribuir todo lo recolectado fue un desafío.
Entre risas me decían que muchas cosas se las tiraban por la ventana por miedo al contagio y siguieron adelante, porque el objetivo era lo más importante. Todos los días se comunicaban con Claudia, la voluntaria que ingresaba a la maternidad y les decía lo que necesitaban. Entre todas formaron una red de contención para seguir ayudando, como siempre lo habían hecho.El 4 de juniode 2020 Irma Cardonnett decide ir a la maternidad a llevar cosas, porque ya no hay lugar para guardar nada más: como a la tarde no iba nadie se arriesga a ir. Así fue cómo se sumaron a ella más voluntarias, ingresando por el segundo subsuelo, sin tener contacto con persona alguna, para llegar directo al roperito que allí se encontraba, pero de ninguna manera subir a la maternidad.De esta manera comenzaron a ir una vez a la semana a llevar todo lo recolectado. Eran un grupo de cinco mujeres que fueron los lunes a la tarde, durante varios meses.Igualmente era complicado seguir funcionando de esta manera, más allá de la buena voluntad. Faltaba un respaldo, se tenían que organizar de otra forma, era imprescindible una gestión para tanto esfuerzo. Hasta que llegó noviembre 2020 y comenzaron a gestionar los papeles, armar el estatuto para ser una asociación civil. En septiembre de 2021 finalmente sale la resolución:Asociación Civil Amigos del Voluntariado de la Maternidad Martin. El único objetivo que tiene dicha organización es ayudar al voluntariado de la maternidad; funcionan como ente municipal.Las voluntarias han armado un cálido espacio, donde reciben a las mamás y escuchan sus necesidades para luego ayudarlas. Muchos vínculos se han formado con el cariño como motor de las relaciones. Me muestran mensajes y nos emocionamos con las cálidas palabras de las mamás hacia ellas. Muchas historias van quedando en el registro de cada una de las voluntarias y el saber que cada mamá estuvo acompañada hasta el momento del alta.
Cuando estábamos terminando la nota, entra una mamá con su hijito de dos años y Graciela, una de las Gracielas, le pregunta desde cuándo está. Me sorprendo al escuchar que hacía un mes que su bebé estaba en Neonatología, y la madre se quedaba en la maternidad sin necesidad de irse, con todas las comodidades que necesita. Apagué la grabadora y nos quedamos charlando.Cuando me fui de la maternidad me embargaba la dicha y sólo había escuchado sus historias: entendí en forma clara cuando las voluntarias me decían que se retiraban felices cada día, al haber hecho algo por el otro, porque la vida es un eco y devuelve lo que has dado.