Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Una rosarina en Budapest en primera persona

Me llamo Laura, soy de la ciudad de San Lorenzo pero hace dos años que estoy viajando y viviendo una realidad paralela, es así como me gusta llamar este sueño que transito.

¡Hoy me encuentro en Budapest, capital de Hungría! Hace unos días que llegue para comenzar una nueva aventura, en un nuevo país, con una cultura y un idioma totalmente diferente a los que vengo conociendo.

Son tiempos de Covid y por eso estoy respetando una cuarentena obligatoria que te exigen cuando entras al país, y ahora, aprovechando este espacio para repasar y compartir mis experiencias.

¿Cómo llegué hasta aquí?

Mis ganas de explorar el mundo no vinieron de un día para el otro, nació desde pequeña, cuando miraba ese programa en Discovery Channel que se llamaba Trotamundos. Así empezó mi sueño.

La vida me llevó a estudiar Turismo y a crecer profesionalmente como agente de viajes, lo cual me permitió viajar y alimentar mis ganas de emigrar a otro país.

Amaba pasar el tiempo con mi familia y amigos, estaba muy cómoda y feliz en mi departamento en Rosario, me gustaba mi trabajo y disfrutaba de todas mis actividades. Pero así y todo me seguía faltando algo, no me sentía plena, necesitaba irme. Entonces decidí prepararme y perseguir mis sueños. Empecé a investigar el mundo de las Working Holidays Visas (son visas que te permiten vivir y trabajar un año en diferentes países).

A mis 30 años y sin fecha de regreso me fui de casa, con muchos miedos y dudas, de no saber que me esperaba, una cultura y un idioma diferente, pero siempre confiando en que todo iba a salir bien. Y así fue!

Mi primera Working Holiday Visa: Nueva Zelanda! Un país maravilloso! En donde todo fluye.
Viví en 3 ciudades diferentes. Trabaje de lo que menos me imaginaba en la vida, de ayudante de cocina, lavaplatos, empaque kiwis, pescados, limpie hoteles. Algunos más duros que otros, sabes cuantas veces me pregunte: Quién me mando? Pero cuando hacía una pausa y miraba a mi alrededor veía que estaba rodeada de personas de diferentes nacionalidades, escuchaba los diferentes idiomas y no lo podía creer. Éramos todos iguales haciendo lo mismo, compartiendo la misma experiencia. Es una locura de sólo recordarlo!

Todo este esfuerzo rindió sus frutos porque me permitió viajar a otros países como India, Nepal y Filipinas, y así seguir cumpliendo sueños. Y es ahí cuando ya no te importa lo que hacés, porque sabés que es un trabajo temporal y un medio para llegar a la meta.

Nueva Zelanda tuvo una vibra muy especial. Me llené de amigos que pasaron a ser mi familia. Y descubrí mi amor por la bici en la montaña. Los paseos inolvidables en auto, las caminatas eternas en medio de la naturaleza, los campamentos, las fiestas, todo fue maravilloso. Tuve la posibilidad de quedarme con una visa de trabajo, pero mis ganas de seguir explorando me llevaron hasta Europa. Por primera vez!

¡Y así llegue a Dinamarca! Mi segunda Working Holiday Visa. Y otra vez arrancar de cero, nueva cultura, nuevo idioma. Elegí Copenhague, la capital, porque al ser una ciudad cosmopolita se habla mucho inglés y mayor es la posibilidad de conseguir trabajo. No fue nada fácil este cambio. Al principio me costó muchísimo adaptarme, ya que llegué en un invierno muy frío, lluvioso y oscuro, así son los países nórdicos. Además, es un país muy burocrático que al principio te cuesta entender, pero es por eso que todo marcha perfectamente.

Poco a poco me fui familiarizando, por suerte conseguí trabajo muy rápido, más de lo mismo, pero le sumamos que aprendí a manejar auto-elevadores en un almacén y también hice delivery de comida en bicicleta! Cansador, pero me permitieron seguir viajando y conociendo más ciudades de Europa. Llegué hasta el Polo Norte donde pude ver las auroras boreales y la casa de Santa, otro sueño cumplido y una experiencia inolvidable.

Dinamarca me fue sorprendiendo de a poquito, feliz con mi bicicleta conocí muchos rincones de la ciudad y el verano me terminó enamorando. Me hice muchos amigos y obviamente que se convirtieron en mi nueva familia.

Lo más lindo de todo esto son las personas que conocí en el camino, compartir experiencias con ellos es algo único porque están en tu misma sintonía, vibran igual que vos. Las relaciones son muy intensas, parece que los conoces de toda la vida. Pero lo malo es que sabes que también son temporales, y quizás a muchos jamás los vuelvas a ver, o quizás sí, pero hay que aprender a soltar. Soltar amigos, amores, momentos, cosas materiales. En lo personal esta etapa me enseñó muchas cosas y crecí muchísimo.

Y en medio de una pandemia se me terminó otra visa. Estaba un poco complicada porque para las personas con pasaporte Argentino como yo, es decir que no tienen pasaporte o ciudadanía europea, muchas fronteras están cerradas por la situación de Covid. Pero después de pensar y cambiar de planes y destinos una y otra vez no fue imposible resolverlo porque estando acá pude sacar mi tercera Working Holiday Visa, esta vez Hungría.

Aquí estoy, lista para una nueva aventura.

Y pensarás que estoy re canchera. En parte sí, pero sigue siendo un cambio, un gran cambio y los miedos y las dudas no se van, pero son diferentes, y los manejas con madurez.

Y te preguntarás si no extraño después de tanto tiempo?

Si, mucho! Pasaron 2 años, siempre quise volver en el medio, pero entre una cosa y otra no se dio.
Extraño principalmente a mi familia, amigos, sobrinos, no es fácil, pero ellos me dan ese empujón que cada tanto necesito para seguir! San Lorenzo, Rosario, las comidas, mis bares favoritos, el río, la isla, las juntadas, los abrazos… y en cuanto pueda voy a volver a recargarme de energía.

Para mi cada paso que doy aumenta mi ambición de seguir recorriendo el mundo, porque siempre hay más, nunca se termina. Tengo ganas de volver a trabajar en turismo y es lo que voy a empezar de a poco a hacer, nutrirme con el idioma y sumar todas estas experiencias para poder lograrlo fuera de mi país.

Para muchos emigrar no es irse sólo en busca de una vida mejor económicamente, emigrar es crecer personalmente, es una búsqueda interna constante, es aprender de los errores, aprender a disfrutar del día a día, es ir en busca de tu felicidad, de tus sueños.

Se que no es fácil, que hay muchas dudas o miedos, o que la situación económica a veces no ayuda, pero no es imposible, cuando uno se propone una meta y le da el 100 % de compromiso para llegar, lo logra. La clave es confiar en uno, es estar siempre positivo. Lo más difícil es irse, después todo fluye ❤

AUSPICIA ROSARIN@S POR EL MUNDO