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Lo bello en el arte y la naturaleza del espectador

Platón equipara la belleza a la verdad y la bondad, sin elevarla por encima de ellas. En un diálogo de Hipias, el filósofo tomó en consideración cinco definiciones de lo bello: lo conveniente, lo útil, lo que sirve para lo bueno, lo que da placer a vista y oídos y la grata utilidad.

En cuanto a la experiencia estética, Aristóteles no se refiere a ella con un término específico. Entiende que se trata de vivir un goce del que el sujeto no puede desprenderse, por quedar fascinado o encantado. Esta experiencia puede ser intensa, pero también insuficiente o excesiva, y es exclusiva del hombre.Sin embargo, como disciplina filosófica, la Estética es ante todo una investigación de la sensibilidad. Y, ésta, como un modo de aprehensión de lo que es, como el “puro intuir”, que —según Heidegger— responde poéticamente a la tradicional primacía ontológica de “ante los ojos” (1968).

Según Sartre, el juicio estético se aplica siempre a la imagen y nunca a la realidad, la cual cumple la función de soporte o substrato para la imagen. Más si la imagen es una irrealidad, el juicio sobre lo bello concernirá siempre a la irrealidad.

Comenzamos con cuatro definiciones de filósofos que en el transcurrir de la historia definieron que era la estética. Apuntando a diferentes bases y concepciones según su época.  ¿Pero en realidad que es la estética hoy en día? Se relacionará con lo que nos gusta o no, tendrá que ver con lo que percibimos de lo que vemos, será que su vínculo reside en, que cada individuo percibe lo que ve dependiendo de su epigenética.Las historias personales, las vivencias, el entorno de crianza, la educación, le gana a la sensibilidad de la percepción frente a lo que vemos en ese instante único que se resume a estar en contacto con una obra, ese momento en el que la Obra se transforma en el motivador y dispara dentro de la percepción del espectador a través de sus receptores, conexiones únicas, vinculadas con la historia de ese individuo. Trasladándolo por un instante a lugares impensados o recordados por el accionar de la memoria. Ese momento que solo se da en fracciones de segundos, pone en marcha muchos mecanismos que es provocada por la obra más el impacto que genera en el receptor, este lo procesa lo pasa por las emociones y su cuerpo y lo devuelve en un comentario interno o externo.

La estética se vale de generar criterios que son el resultado de la intuición. Entrar en el mismo plano de la obra como espectador, genera un “momentum” casi mágico, en donde puede elevar, subyugar y conectar con el goce estético o caer en el abismo más oscuro y conectarte con la peor de tus pesadillas, porque esta dualidad, es una dualidad en que el espectador está permanentemente expuesto frente a las propuestas estéticas, ¿tendrá que ver con el me gusta o no me gusta o va más allá?Cuando vemos obras en entornos estéticos creados para ese fin, el espectador va predispuesto a ver porque ya se informó de alguna manera sobre lo que verá, en el caso de los itinerarios como @arteengalerias, en donde los espacios ganados dentro de los paseos comerciales se han flexibilizado para que se muestre arte, democratizándolos y así más persona tienen la posibilidad de ver y sensibilizarse con obras de creadores locales.

Si bien la mirada estética del curador, tiene que ver estrictamente con su formación y su tradición también está relacionada con el entorno en el que se coloca la obra, un entorno comercial, tal vez con un condicionamiento visual por la cantidad de información que allí se ve a diario, vidrieras luces, gastronomía. La obra se ubica en esos espacios casi sin competir con la abrumadora información que la rodea, se establece casi silenciosa, pero que en el tiempo ha logrado un protagonismo en estos circuitos naturales dentro del casco histórico Rosarino.La obra se erige, victoriosa por sobre toda esta información visual, conmoviendo a los espectadores de modo indirecto. Casi sin intención, sin pasar desapercibidas y a la vez sin ser invasiva, pero con la solidez de que la intención de ese artista, llega en esos recorridos, casi como flechazo de cupido.

Cambiar el paradigma de que la obra se debe colocar en espacios, silenciosos y exclusivos, casi sacros, ya es parte del pasado. El arte invade las calles, el paisaje urbano se abre paso como el rio busca su cause, en otros espacios en donde logra ser un faro de luz de las almas de esos artistas, que le dedican horas pasión técnica a su obra, para que esa resultante llegue a ser vista por muchas personas en esos entornos poco convencionales.Un paréntesis para ese transeúnte que circula a diario bajo su rutina, ha demostrado ser un oasis para la vida cotidiana, un momento, una bocanada de aire fresco, para aquel que logra percibir su presencia. Abriendo un abanico infinito de posibilidades, estableciendo lazos inusitados con la gente, la obra vive a través del espectador, cobra protagonismo por un instante en la mirada del mismo.

Acercar arte en estos espacios transformándolos en galerías de arte al paso, es de algún modo dejar de subestimar al espectador que tiene que tener cierta preparación para ver obras de arte, o propuestas conceptuales de los artistas. Es comprender que la percepción cambia dependiendo de las personas, darle dimensión a lo que se percibe de ella depende de lo vea cuando la vea y en donde lo vea.

La obra se comunica, la interacción obra- espectador, espectador-obra se establece como un cordón invisible pero contundente y modifica la vida de ese espectador por un momento y en ese instante, así no regrese a ver la misma obra o la obra cambie, ese instante modificó al espectador, cambió su día. Como así también esa obra completo su propósito al ser mirada en ese preciso instante.

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