“Comenzamos este camino sin darnos cuenta que ya estaba en nuestro ADN». La frase es de Gloria Mabel Rolón Bielman, diseñadora y fabricante de zapatos que tuvo una idea y la transformó en una empresa familiar que crece a paso firme. “Diseño y fabricación de calzados femeninos, hechos amorosamente y con pasión”, define su tarea, resumida hoy en la marca de AVAMI, en una profesión, la de zapatera o zapatero, que en su familia puede rastrearse generaciones atrás en un pueblito calabrés. Gloria cuenta cómo se gestó este producto de autora, la manera en que fue desarrollándose y el último empujón, brindado por AWE, la Academia de Mujeres Emprendedoras lanzada por ARICANA y la Embajada de Estados Unidos desde Rosario en plena pandemia.
-¿Hace cuánto estás en el rubro calzados? ¿Cómo fue la creación de la marca?
-Trabajo desde los 16 años en la industria del calzado, para empresas nacionales e internacionales. Fui madre joven y tuve la necesidad de generar mi propio empleo, sin delegar el cuidado de mi hijo. No quería perderme de su crecimiento y, como ya me gustaba el diseño, me capacité como técnica en calzado. A partir de allí incursioné en mis propios modelos, que testearon mis familiares y cercanos, haciéndome sus devoluciones.
Más tarde nos arriesgamos a que Gabriel, mi marido, dejara su trabajo y se uniera al proyecto, lo cual era más rentable que trabajar para otras personas. Con el apoyo de préstamos familiares y amigos fue tomando forma, y me sostuve a lo largo del tiempo con este trabajo.El camino de emprender este sueño comenzó vendiendo a locales mayoristas, pero en ese entonces no teníamos el respaldo económico para financiar, entonces optamos por la venta directa. En 2015, comenzamos a vender por Facebook, como vidriera digital. Fabricábamos por pedido, hacíamos el envío puerta a puerta, teníamos un servicio personalizado (lo que nos dio un valor agregado) de llevar dos o tres pares y que se lo probaran en la comodidad de su hogar, fuimos haciéndonos conocidos en el boca a boca. También vendíamos en ferias municipales y festivales locales. Impulsé el negocio a través de créditos nacionales y municipales; en el camino encontré a gente que creyó en nosotros y decidió arriesgarse. En 2019 me capacité en CRIAR – Asociación de mujeres emprendedoras; allí aprendí a administrarme y autogestionar el negocio familiar. Fuimos creciendo paso a paso, y en la pandemia se dio un golpe fuerte, ya que habíamos comenzado con las ventas digitales años anteriores y fue fácil conectarnos con nuestros clientes. Una ventaja que tuvimos fue el cierre de Buenos Aires, lo que nos dio paso a hacernos conocer en otras provincias, como Entre Ríos, y ciudades aledañas que nos compraban al mayoreo, y también formamos una red de revendedoras durante la pandemia. Con el aumento de las ventas, dimos un gran impulso para tecnificarnos y mejorar la infraestructura, generando más estabilidad económica en el hogar y confianza en nuestros prestamistas para reinvertir en nosotros y generar rondas de inversión. A la par se unieron nuestros hijos: hoy generamos empleo para cinco personas.
-¿Cómo surgió el nombre?
-Inspirada en mis raíces guaraníes, pensé en el nombre «AVÁ kuñá» (ava, es un vocablo de la etnia guaraní, y kuñá significa mujer) Con el tiempo se fue simplificando a AVAMI. Mi marido Gabriel Fruci, de sangre italiana, fue a buscar una herramienta a casa de un familiar, y se sorprendió con un horma vieja y herramientas de zapatero de la época antecesora de la segunda guerra mundial, de la cual había emigrado su abuelo paterno, y se enteró que él había sido zapatero en San Pietro a Maida, Italia. -¿Realizás tus diseños?
-Sí, son diseños de autor.
-¿Cuáles fueron los motivos que te impulsaron a ingresar a AWE?
-Fui invitada, convocada. AWE me hizo llegar la convocatoria y me apunté a la misma, y quedé seleccionada. Me sentí orgullosa de haber sido seleccionada con las 30 emprendedoras.
-¿Encontraste lo que buscabas?
-Sí, me di cuenta que los planes de negocios van cambiando, encontré mujeres maravillosas donde apoyarme, como empresarias y amigas.-¿Hoy podés decir que tenés nuevas herramientas y recursos que te ayudarán en tu empresa, nuevas estrategias de venta?
-Desde que comenzamos a vender, con la práctica aprendimos estrategias de venta. Sí, tengo nuevos recursos y herramientas para implementar en mi empresa.
-Si tuvieras que comenzar de nuevo, ¿qué cosas no repetirías y cuáles te llenan de orgullo?
-Mi gran orgullo es que AVAMI nunca dejó de potenciarse como empresa, y me dio pie a generar empleo, y visibilizar que existe la posibilidad de crecer y tomar impulso para empezar: solamente hay que soñar y nunca dejar de trabajar. Mis sueños fueron mi motor. Si tuviera que comenzar de nuevo repetiría todo, cada cosa e instancia, cada no y cada sí, me hicieron fortalecer. -¿Qué sueños todavía no has cumplido?
-Aspiro a tener mi fábrica donde emplee mujeres vulnerables, que necesitan, madres solteras. Comprometerme socialmente con ellas. Me gustaría que la fábrica tenga una guardería, para que mientras ellas trabajan sus hijos estén bien cuidados.
-¿Cuáles son las dificultades en la actualidad para el comercio minoritario del calzado?
-Las dificultades que se nos presentaron fueron que los proveedores locales no apoyan a emprendimientos pequeños, como el que fue el nuestro, con lo cual nos ponía trabas en la producción. En el caso de los fabricantes locales de suelas, no te venden en cantidades pequeñas, por ende, nos dificulta ser competitivos en el mercado, ya que nos vendían la materia prima necesaria pero a un precio inflado que encarecía el producto. No había otra que viajar a Buenos Aires, algo nuevo al principio para nosotros, pero con el tiempo nos fuimos aggiornando a las circunstancias y a nunca abandonar.