Por Mariano Drovetta
Hay muchas maneras de hacer gastronomía, eso lo descubrí en mi caminar.
Hoy elijo una, la que es guiada por mi corazón. La que tiene un ingrediente mágico en todas sus recetas, el amor.
Es haciendo lo que me gusta, como se llega a los comensales. Es haciéndolo para mí.
Hoy acompaño a Bonito Comedor, un hijo más en mi recorrido.
No es un restaurante más. Me atrevo a decir que no es un restaurante.
Es más parecido a un teatro, donde lo que se brinda es una experiencia que aborda sabores y aromas a través de un menú sorpresa y en pasos.
Menú que cambia todas las semanas. Menú que tiene como estandarte el uso de materia prima de estación, cuidada y seleccionada con mucho cariño.
Es de esta forma que jugamos en Bonito. Donde la cocina es arte. Donde el pincel es una cuchilla. Donde la obra terminada se transforma en las sonrisas que nos devuelven.
El marco es un jardín mágico, escondido en medio de la zona del aeropuerto. Un jardín que fue caballerizas, que fue establo y tapera. Un jardín que linda a un campo habitado por caballos y espinillos.
Donde el atardecer nos regala sus colores y el cielo parece más celeste.
Bonito es único, es real y esta creado con mucho amor.
Aun no conoces Bonito?
Hacé tu reserva, hacete un mimo.
