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Valorar nuestra esencia: La reapertura del Estevez

Por Miguel J. Culaciati *                                                         

En los próximos días reabrirá al fin su ingreso principal y salas el querido Museo Estevez. Fue una larga espera, quizá demasiado larga, que terminará al fin gracias a la perseverancia y el empuje de su Directora y de un grupo de rosarinos que lo aman.

Soy un convencido de que Rosario tiene una esencia absolutamente singular y valiosa.

“La ciudad hija de su propio esfuerzo” es una definición que, quizá por repetida, no llega a comprenderse en su real medida y sentido. ¿Conocemos y dimensionamos estas historias, como la del Museo Estevez, en su cabal importancia y magnitud ?

Te propongo lector cerrar los ojos y tratar de imaginar la breve historia que te voy a contar, hacer ese esfuerzo. Te aseguro que valdrá la pena, por la riqueza y los aprendizajes que ofrece.

Tratá de imaginar un chico, de apenas 11 años, en la década de 1880, en el norte de España, más precisamente en Galicia, que por las noticias e historias que va escuchando de paisanos y familiares, sueña con emigrar hacia América y realizar sus sueños de prosperidad.

Al poco tiempo junta coraje, deja de lado miedos e interrogantes y así Odilo Estevez Yañez, apenas cumplidos sus 14, se anima a cruzar el océano Atlántico en 1884, toda una aventura.

Luego de un largo mes de incómoda navegación y precarios caminos llega inicialmente a Entre Ríos, a una realidad totalmente diferente a la conocida. Se adapta rápido y comienza como tantos, como simple empleado, en este caso del “Molino Yerbatero Macías” en la localidad de Colón. Aprende todo lo relativo a la actividad, demostrando capacidad, voluntad e inteligencia. Alrededor de los 25 años decide trasladarse a Rosario que por entonces explotaba en su desarrollo. Aquí conoce a una bella chica, Firma Mayor, cuatro años menor que él, se enamoran y se casan en 1899. Ella hija de otro inmigrante español próspero, en este caso un catalán, Pedro Mayor, propietario de la fundición rosarina más importante por aquellos tiempos.

La ciudad, gracias al marco de prosperidad que ofrecía Argentina en general y Rosario en particular, era por entonces un verdadero imán de inmigrantes europeos. Ellos llegaban buscando condiciones de vida similares a las que motivan hoy a los chicos que emigran: libertad, posibilidad de prosperar, previsibilidad económica-jurídica, seguridad, educación pública de calidad, vida cultural y social dinámica. Baja presión fiscal y de reglamentaciones estatales para comerciar, emprender y hacer fortuna.

Al mismo tiempo en que Odilo y Firma consolidaban su amor, ese gran intendente y hacedor que fue don Luis Lamas encaraba el primer censo rosarino que daba como resultado en 1900 unos 110.000 habitantes de los cuales casi la mitad eran extranjeros. Hay que imaginar lo que era el impresionante movimiento social y comercial rosarino, con plena de libertad para emprender y comerciar: basta citar como dato que el mismo censo confirmaba que el puerto de Rosario sobrepasaba al de Buenos Aires en tráfico de mercaderías, posicionándose como uno de los principales de América.

Y hay que destacar muy especialmente que ese desarrollo no era sólo económico, sino que se extendía a los ámbitos cultural, sanitario, educativo, deportivo, etc. Muchísimos prosperaban y casi todos cooperaban, participaban con entrega y sentido de pertenencia en la gestación y brillo de la “casa de todos”.A los 35 Odilo con los hermanos Escalada funda la “Yerbatera Paraguaya”, luego “Estevez y compañía” ya con participación de sus hermanos. Menos de 35 años y ya era director de la empresa líder en la comercialización de yerba mate a nivel nacional y regional. También amplió sus horizontes con  actividad agrícola ganadera. Así como Odilo, como su suegro Pedro Mayor, miles de otros inmigrantes cumplían sus sueños aquí en aquella Rosario de entonces donde nada parecía imposible.

En el lapso de una vida estos pioneros podían tener su casa, su comercio o empresa, educación de calidad para sus hijos, cultura y esparcimiento al nivel de las mejores ciudades del planeta. Hasta incluso una casa para vacacionar, habitualmente en las soñadas sierras de Córdoba.

Y al prosperar no se dedicaban solamente a contar sus millones en una cuenta bancaria,  muy por el contrario, con sentido de pertenencia y generosidad contribuían al desarrollo rosarino. El ejemplo de Odilo, afincado en la ciudad a sus 25, lo puede demostrar: llegó a ser Concejal por la Liga del Sur (1911-12), amigo personal de Lisandro de la Torre. Fue socio fundador del Club Rosarino de Pelota (1922), integró la Comisión Directiva del Club Social de Rosario, también la del Hospital Español (1936-37). Miembro destacado y activo del Club Español.  Y como si todo esto fuera poco, en el ámbito cultural Odilo se desempeñó como vicepresidente de la Comisión Municipal de Bellas Artes.Su gusto por el arte hizo que comenzara una espléndida colección que su esposa Firma (quien también tuvo destacadísima intervención el la gestación del Museo Histórico  y participación en otras instituciones)  donara expresando textualmente : “Estas donaciones las hago en memoria de mi esposo Odilo Estevez Yañez y por el cariño por esta ciudad donde he nacido y vivido, esperando que sean mi mejor contribución para el acervo cultural y espiritual”.

Dona la colección pictórica con obras de Goya, Murillo, El Greco y decenas de otros grandes artistas europeos, toda la decoración y el mobiliario … Dona el valiosísimo inmueble de calle Santa Fe 748 – San Lorenzo 753.

Tenemos idea de lo que significa? Cual sería su costo actual ? 50 millones de dólares o seguramente mucho más aún.

Nuestro personaje del comienzo fallece en 1944 y su amada Firma veinte años después . Legados como éste,  como el Castagnino o el Martin son seguramente los mas contundentes y conocidos pero hay muchísimos más. Siempre recomiendo recorrer la ciudad y prestar atención: verán en los ingresos de los teatros, hospitales, clubes y otras instituciones las placas con los nombres de todos los que aportaban en la certeza de que “solo nos llevamos aquello que damos” y de que la mera salvación individual lleva al suicidio colectivo.

Rosario es el ejemplo más paradigmático de una ciudad hecha por sí misma, por su gente, de manera brillante e integral, con mínima apoyatura estatal burócrática y 250 años más joven que el resto de las grandes urbes argentinas.

Celebremos entonces esta ansiada reapertura, hecha realidad también a gracias a la empresa rosarina MSR y sepamos dimensionar estas historias que nos deben llenar de orgullo y que  pueden servir, si las conocemos en profundidad, de potentes faros que iluminen un presente donde se han extraviado muchos rumbos.

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* Escritor, periodista / Fundador de Valor Rosario / Fundador Asociación de Amigos del Museo Estevez